sábado, 12 de diciembre de 2009

Eso que llaman amor.

Juan y María se casaron. Tuvieron tres hijos y vivieron felices para siempre. Sin problemas, sin deudas, sin discusiones, sin enfermedades, sin preocuparse. Y a su vez cada uno de sus hijos vivió la misma historia. Todos ellos por generaciones han tenido un final feliz. Por lo tanto no hay más que decir de Juan y María. Ayer pase a visitarlos. Siempre tienes una sonrisa en el rostro.

Es cierto que envidio a Juan y María. Personalmente he querido tener la felicidad que ellos tienen. En una ocasión les pregunte que cual era el secreto. “No hay secreto”, me dijeron. “Solo es cuestión de estar bien con uno mismo”. Me sentí engañado con esa respuesta. Tanta felicidad merece una receta. No conozco a nadie más con una relación tan estable. Cuando miro a Alicia siento que la felicidad esta con ella. Cuando escucho su voz siento como si todo el universo estuviera en orden. Es entonces cuando a mi vida no le falta nada. En pocas palabras estoy enamorado de ella. Y este amor me hace sentir real. Sin embargo, nunca le he dicho nada. No se si ella lo sabe o no, no se si lo sospecha. Para mí que solo me ve como un amigo. Y como amigos nos llevamos. Por eso no le digo nada. Así estamos bien. Esta relación de amistad se parece a la relación de Juan y María, porque si le digo a Alicia que sea mi novia no será tan perfecto como ahora. Habrá celos, problemas, corazones rotos, lágrimas, tristeza y una gran sensación de vacío interior, de que sin el otro la vida es peor. Y no quiero eso ni para mí ni para ella.

A veces me pongo a pensar que Alicia algún día tendrá una pareja. Quizá con el tiempo llegue a casarse y tener hijos. Lo primero me da celos. Lo segundo me mata. No podría verla casada. Cuando pienso en esto me desespero. Me entran las ganas de tener una relación inestable, con celos, con problemas. Es así cuando estoy a punto de decirle a Alicia que la quiero. Y me detengo. Lo pienso y al final no digo nada. Me quedo callado por enésima vez. De repente por mensaje de texto se lo digo en metáfora. La primera letra de cada palabra forma una oración cursi de mis sentimientos. Si algún día ella es observadora y conserva mis mensajes, quizá pueda descifrar el mensaje oculto. Todo tiene un limite y yo no he llegado a el. Estoy seguro que algún día se lo diré.

Hoy ya no llovió, pero el cielo sigue un poco nublado. El pronóstico del tiempo esta vez fue acertado. Me levante a las seis de la mañana y encendí el radio. No encontraba mi zapato derecho. Salí de mi casa como a eso de las siete. Tome el transporte a las siete treinta empunto. Por la ventanilla veía algunos rayos del sol que daban en los cerros. Y ahí fue donde mis pensamientos fueron del fútbol al amor pasando por la vida, la muerte y otros temas de menor o mayor importancia. Tuve muchos recuerdos de años pasados. La señora a mi lado me pregunto por una calle. Y por un momento me sentí en otro tiempo. Solo me hizo falta llevar un reproductor de música. Hace mucho que no leo un libro. Hace mucho que no voy al cine. Hace mucho que no escribo. Hace mucho que no sueño.

Y llego la hora de bajarme. No recuerdo cuando fue la última vez que tuve 10 minutos de más. Por un momento quise llegar temprano, pero mejor me fui caminado. El trafico, el ruido, los semáforos, la gente caminado rápido para no llegar tarde. Y yo sintiéndome real, importante. Como en el final de una película en la cual esta a punto de aparecer la canción con la que termina. Y justo en es momento veo a Alicia. Cuando me ve sonríe. Y yo pensaba que no iba a pasar de este día para que le dijera que es el amor de mi vida.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La puerta.

Salió de su casa una mañana de domingo 16 de julio de 2006. Vestía pantalón de mezclilla, playera blanca y unos convers gastados (tan gastados que habían perdido su color original). Tenía el cabello corto. No tenia barba ni bigote. Es de tez morena, complexión robusta y mide 1.62 cm. No avisó a donde iba y por lo general nunca avisaba, pero siempre que salía era para ir a casa de un amigo. Por eso sus padres no se preocuparon. Conforme el día avanzo y llego la noche, su madre empezó a preocuparse. Su marido le dijo que se acostara a descansar, que no se preocupara. Eso fue lo que hizo aunque no pudo dormir como quería. A la mañana siguiente la habitación seguía vacía. Lo primero que hicieron fue hablar con cada uno de sus amigos. Pero ninguno de ellos lo había visto. Salieron a las calles a preguntar a los vecinos; los lugares que frecuentaba, pero nadie supo nada. Señor “chico” el de la tienda de la esquina (¿Por qué siempre hay una tienda en la esquina?) lo vio pasar como a eso de las 8.15 a.m. del día anterior. Fue entonces cuando dieron parte a las autoridades, preguntaron en los hospitales y dieron la foto mas reciente del joven. Su madre se echo a llorar. Y entre su marido y sus hijas la trataron de reconfortar.

De inmediato las preguntas para la averiguación. No era adicto a las drogas, no tenia enemigos, no era violento, no era alguien que tuviera problemas. Ni el ni sus familiares. Ni ninguna de sus amistades. Nadie. Y empezaron todo tipo de hipótesis: era un secuestro, pero nadie pedía el rescate. Tuvo un accidente. Lo mataron. Se había ido de su casa (eso era evidente) para siempre ¿Por qué? Quien sabe. Embarazo a una chica y no se quiso hacer responsable. Debía dinero. Lo amenazaron. Lo raptaron para vender sus órganos. Se fugo con el amor de su vida. Claro, ninguna de estas hipótesis era creíble. La policía pensó que uno debía saber algo, quizá un amigo. Y empezaron a investigar a todo mundo sin excepción. Cuando digo todo mundo quiero decir a los mas cercanos a el.

Los días empezaron a pasar y no había ni una sola pista. Nada. La policía reviso su habitación, pero no había nada fuera de lo normal. Postres, discos, basura, una porno de colección, libros, películas, ropa, calzado. Sus hermanas encontraron su diario, lo leyeron y más que un diario, parecía que habían leído un libro. Se lo entregaron a la policía para que lo leyera y pudiera encontrar algo fuera de lo normal. Pero no había nada. No tenía motivos para suicidarse, no tenia motivos para huir.

La señora dejo de ir a la iglesia, dejo de comer, dejo de hacer muchas cosas. Era como si estuviera muerta en vida. Tuvieron que venir familiares y varias de sus amistades a estarse con ella. Solo con el tiempo la señora empezó a recuperase. Recobro la fe. Y se despertaba pensando que por la noche su hijo volvería. El señor tuvo que hacerse el fuerte y lo aparentaba. Claro, por dentro estaba que se lo llevaba la chingada. Pero era el que tenia que sostener a la familia en todos los sentidos (material y espiritual). Por las noches o cuando nadie lo veía ni escuchaba se desesperaba y gritaba. La hermana mayor trataba de guardar el equilibrio. Todo el día pensaba en dos cosas: su hermana y su madre. La hermana menor no supo como mostrar su dolor. Se quedo en shock. De repente se quedaba callada. Pasaba largo tiempo encerrada. Y el tiempo empezó a pasar, a pasar, a pasar. Días, semanas, meses, bimestres, trimestres, semestres, años. En el fondo todos se hicieron a la idea de que no volvería. Excepto la madre.

La policía se intereso por Raúl, su mejor amigo. Le preguntaron todo acerca de el para hacer un perfil psicológico. También se interesaron por Ramiro, que era el más raro de todos sus amigos. Las fotos del desaparecido se pegaron en las calles, salio en el periódico y en las noticias locales. Se dieron algunos números telefónicos para que llamara aquel que tuviera información. Pero eso nunca paso. Con la ayuda de muchas personas lograron pasar la noticia a nivel nacional. Pero nadie supo dar información.

Para muchos el tema ya se les olvido. Nadie se va tanto tiempo sin que nadie sepa nada. Quizá este muerto. Aunque se ha buscado hasta en los cuerpos no identificados que llegan a los anfiteatros y ninguno es el de el. Y la madre no pierde la esperanza de que vuelva. Todos los demás lo recuerdan con cariño como el buen hermano, amigo, vecino, estudiante que fue.

Para Felipe Juárez que investigo el caso la clave –según el- esta en la muerte de su abuelo y la ruptura con María. Eso le afecto emocionalmente y una hipótesis que tenia era que se fue para ver que hacia María. Maria acepto hablar porque no había nada que perder; la idea era que volviera. Por lo que ella salio en las noticias estatales diciendo que estaba preocupada por el, que regresara. Aunque ni ella misma estaba segura de sus sentimientos hacia el. Estaba confundida, no sabia si realmente lo quería todavía. Felipe hizo mas hipótesis después de eso, pero el mismo se dio cuenta que no tenía una manera de respaldarlas. Siguió pensando que la muerte de su abuelo y terminar con María fueron las causas para que se fuera, pero hubo una más que fue el detonador de su partida. Felipe se obsesiono por el caso. En una ocasión camino en dirección en la que Don chico lo vio. Camino derecho. Lo hizo durante dos horas. Hasta que se canso. Lo curioso es que se podía seguir caminando entre el campo. Días después regreso donde se había quedado y continuo. Llego a las faldas de un cerro y lo único que pensó fue que probablemente se había convertido en ermitaño. Pidió un helicóptero el cual no le fue dado puesto que no había pruebas contundentes de que en realidad estuviera ahí. Hace un mes abandono todo y se fue de vacaciones con su familia.

La semana pasada se cumplieron 3 años desde su desaparición. La familia lo recordó reuniéndose a comer. Entre todos realizaron una oración a Dios por el. La hermana mayor se caso y tuvo un hijo al cual le puso el nombre de su hermano, por lo que la abuela lo quiere muchísimo. Por cierto, esta a punto de cumplir un año.

Hoy la señora despertó un poco antes que de costumbre. Se levanto en ese mismo instante y empezó con su actividades domesticas. Su marido se despertó cuando ella preparaba el desayuno. La hija menor se admiro. Al momento del desayuno le preguntaron porque se había levantado temprano. No respondió. Hizo el aseo de toda la casa con su hija y les dio tiempo de preparar la comida. “¿Qué sucede?”, le preguntaron mientras estaban en la mesa. “Estoy segura que hoy va a regresar”. Cuando el padre y la hija estuvieron solos se cuestionaron si había que alarmarse por algo. La seguridad con que lo afirmaba los desconcertaba. “Habrá que ver como reacciona en los días siguientes”, dijo el señor de la casa. Cuando ya no tuvo que hacer se sentó a ver la televisión, pero cuando dieron las siete no cabía de la emoción. “1 hora, solo una hora”, dijo. A las 7.30 p.m. puso un sillón enfrente de la puerta principal y se puso a esperar. Para no estar viendo la puerta y el reloj nada más, fue por su estambre y agujas y se puso a tejer. El señor y su hija se han quedado atrás observando. Faltan 10 minutos para las ocho. “es absurdo no va a volver ¿Por qué hoy? ¿Solo porque su mamá tiene un presentimiento? Debí decirle que abandonara esa idea” piensa el señor, pero ahora es demasiado tarde. Los tres están esperando. Yo también estoy al pendiente de lo que va a suceder.

lunes, 12 de octubre de 2009

El día de hoy.

Me gusta escribir porque cuando lo hago no tengo edad. Puedo escribir un relato de adolescentes teniendo 70 años. O puedo escribir sobre la vejez teniendo 25 años. Por eso me gusta escribir. También me gusta leer. Y me gustaría que los libros solo tuvieran el titulo en la portada, sin mencionar el nombre del autor y la trama. Por eso cuando compro libros no leo la sinopsis que viene en la parte de atrás. Como los libros de Gabriel García Márquez de la Editorial Diana. Sería magnifico encontrar un libro sin el nombre del autor y el resumen de la trama. Sería bueno que vinieran cerrados para no poder ver en el interior el nombre del autor. Pagar en caja y destaparlo, pero sobretodo leerlo. Sin saber de que trata, descubrir poco a poco la historia. Eso me gustaría. Otra de las cosas que me gusta de leer es que nadie puede saber si es hombre o mujer. Bueno, esto no es del todo cierto pues todos los libros tienen el nombre del escritor. Pero seria bueno –insisto- que no se pusiera. Esto me recuerda a mi amiga Dulce. Ella me dijo que los hombres si escriben historias de mujeres, pero las mujeres casi no hacen historias de hombres. Carlos Fuentes escribió Aura. Tolstoi escribió Ana Karenina. Y Ángeles Mastretta hace historias sobre mujeres. Me dijo que no era justo. Y tiene razón.

Me llamo Francisco y tengo 18 años. Aunque bien podría decir que mi nombre es otro. Pero no soy tan mentiroso. Por eso dicen que los escritores son mentirosos, que nunca confíes en ellos porque a la menor distracción pueden escribir tu historia. Me llamo Francisco y me considero una persona normal. Estoy estudiando leyes. Tengo una hermana y dos hermanos. Tengo a mis padres y mis abuelos (maternos y paternos). Mis tíos y tías, primos y primas. Vivimos en una casa relativamente grande. Cada quien cuenta con su propia habitación (excepto mis padres que la comparten). Tenemos estufa, lavadora, horno de microondas, refrigerador y televisión a color. La sala y los demás muebles. Contamos con luz eléctrica y la luz del sol. El agua llega todos los viernes en la noche. Eso es bueno pues a muchos no les llega. Pero no pienso hablar sobre las calamidades de mi ciudad y del mundo. En otra ocasión criticare lo que tiene que ser criticado aunque a mi no me sale mucho eso de criticar. Pero bueno. Vivo en una calle tranquila a 6 cuadras del centro. Tengo vecinos amigables y muchas tiendas cercanas.

Me gusta toda la música. Y cuando digo toda es toda. No le hago “fuchi” a ningún genero musical. Me aburriría si solo escuchara rock o pop. Me gustan las películas, la literatura, el futbol y navegar en internet. También me gusta Verónica. Estoy enamorado de ella. Este sábado vamos a ir al cine. Ahí me voy a declarar. Me pongo nervioso de solo pensarlo. Confío que me diga que si, pero uno nunca sabe lo que va a pasar. Tal vez porque estoy enamorado la veo perfecta. Perfecta en el sentido de que es bonita y su forma de ser es sincera. Verónica, Verónica, Verónica. (Este espacio debería estar en blanco mientras suspiro al pensar en ella).

De niño tenia muchas ideas y me peleaba con mis hermanos. Por todo había discusión. Ahora hay otras ventajas, pero no es lo mismo. De niño la vida era mejor. A veces soy muy nostálgico, muy retraído. Estoy leyendo la muerte de Iván Ilich y me vienen muchos pensamientos. Apago los noticieros. No leo el periódico. Sueño con un mundo mejor. Lo imagino. Lo creo en mi mente. En las noches me subo a la azotea a ver las estrellas. Pongo un poco de música y escribo. Me gusta cuando hay luna. A veces no escribo me pierdo en mis pensamientos. Pienso en la edad que tengo y en el futuro. En la tecnología, en los días, en la vida, en la muerte, en la filosofía, en la familia. Un pensamiento me lleva a otro y me voy, me voy, me voy.

Me gusta cuando Verónica cierra los ojos. Cuando la veo después de un tiempo. Cuando estoy con ella. Cuando toma mi mano. Cuando ríe. Cuando la escucho. Cuando la contemplo. Sonare cursi, pero no me importa: ¿Qué haría yo sin ella? All you need is love dicen los Beatles. Todo mundo debe ser feliz. Me considero feliz en este momento. La tristeza también es parte de la vida. No se puede evitar. ¡Pero se encuentra un gran gozo en la felicidad! Todo esta bien. Todo apunta en una misma dirección. Se vuelve uno optimista. Y dicen los expertos que eso es bueno, se reducen enfermedades. Le entran a uno ganas de vivir. Correr, bailar, cantar. Dicen que cuando una persona ama, canta mucho, o algo así. En mi caso me cuesta trabajo concentrarme, me distraigo mucho. Pero sucede que con poca atención que ponga las cosas se me quedan. Seria bueno que un científico viniera a investigarme y que diera un informe de lo que me pasa y por que me pasa. Claro, todo científicamente. No vaya a salir con que no es nada o que no hay explicación. Y si, de repente me da por cantar. También me desespero y mantengo la paciencia. Disfruto el momento. Disfruto el cereal con miel, la película de las seis, el sol que entra por mi ventana, el canto de los pájaros, andar en bicicleta, el cielo azul, estar con mi familia, el consejo del abuelo, la canción de la radio, estar sentado, jugar futbol, reír con un chiste, escribir, leer y pensar en Verónica. Miro mi reloj y el calendario y ya quiero que sea sábado.

sábado, 12 de septiembre de 2009

El tiempo se va.

Siento que he perdido la mitad de mi vida. Aunque la verdad pienso que ha sido toda. ¿Cuál es mi objetivo al estar aquí? Me hace falta hacer muchas cosas. Quiero conocer más lugares dentro y fuera del país. Quiero aprender a tocar el acordeón. Quiero experimentar con la computadora y hacer música. Quiero leer a Stevenson, Proust, Tolstoi, Kundera y otros grandes escritores. Quiero ver las películas que anote en una libreta. Quiero ir al cine. Quiero jugar béisbol y tenis, no se porque. Quiero pasar más tiempo con mi familia. Quiero pasar más tiempo con mi novia. Quiero estudiar otra licenciatura. ¡Hay muchas mas cosas que quiero hacer! Por eso digo que he desperdiciado toda mi vida. El tiempo no alcanza, el tiempo no rinde, el tiempo no perdona. Deberíamos vivir 200 años. La naturaleza se equivoco ahí. Cuando menos nos damos cuenta ya es hora de sentar cabeza. Ya no nos importa más que conseguir dinero para vivir. Nos privamos (o al menos eso he visto) de varias cosas, empezamos a hacer sacrificios. ¿Debería ser así? Quizá el equivocado sea yo. Quizá seria un caos vivir tanto tiempo. Aun así sigo teniendo esta sensación de que estoy desperdiciando mi vida.

Voy a empezar a escribir todas las ideas que me salgan de la cabeza. Escribiré mucho, lo que sea. Se lo tengo que mostrar a alguien o quizá entre a un curso y ahí me dirán que onda. Porque quiero que revisen lo que escribo, porque quizá estoy ensayando para escribir una novela. Pero a veces no me da tiempo y a veces no tengo inspiración. Por eso admiro a los escritores porque muchos de ellos tienen 5 o 6 novelas. Pero si he de admirar a uno por escribir mas novelas es a Carlos Fuentes. Si algún día lo viera le preguntaría: ¿cómo le hace? Por lo mientras escribiré mucho. Cuando ya sienta que tenga facilidad para escribir y alguien revise mis textos y diga que lo hago bien, entonces me aventare a hacer una novela. Quizá sea una historia de amor porque siento que es lo que mas me sale. Aunque una vez quería escribir algo y salió otra cosa completamente distinta. Hasta hay una frase que dice…la verdad no recuerdo bien la frase, pero en pocas palabras dice que nadie escribe el libro que quiere escribir. ¿Seré el caso? Ahora me encerrare en mi habitación hasta que empiece a ver una torre pequeña de las cosas que escribo.


Hace un bonito día, también hace mucho calor. Compre una crema con protección solar. A lo mejor es pura mercadotecnia y no sirve para nada pero es mejor a no ponerse nada. La ventana de la casa que da a la calle no es inspiradora. Solo se ve la pared de enfrente. Por eso he decidido que cuando haga mi casa la haré de dos pisos con un balcón para ver la puesta de sol. No se cuando fue la ultima vez que tembló. Solo recuerdo la de febrero del año pasado, la de septiembre de hace 10 años y una de cuando estaba en el bachillerato. También recuerdo que habían dicho que iba a temblar muy fuerte. Creo que ya hasta se paso la fecha y yo ni en cuenta. De lo que si no me di cuenta fue de lo rápido que creció Alejandro. El es hijo de mi tía María. Lo vi casi todos los días hasta los 8 años y apenas la semana pasada lo vi de nuevo y ya tiene 15 años. Por eso digo que el tiempo no perdona. El problema de la mente es que siempre esta pensando. Hace un bonito día y yo aquí encerrado. Estoy afuera y siento que pierdo el tiempo. Trabajo y quiero tiempo libre. No tengo dinero y quiero algo, lo necesario. Tengo lo necesario y quiero más. Tengo bastante y quiero aun más. Creo que me hace falta disfrutar el presente. Quizá debo decir: hace un bonito día para escribir.

El martes pasado salí a caminar por todas las calles de la ciudad. Norte, sur, este, oeste. Pero le di preferencia a las calles más alejadas, por las cuales no camino e incluso por las que ni conocía. Camine porque creo que en estos tiempos ya nadie camina. Esta bien usar el automóvil, es útil para muchas cosas, pero que se use para ir a la esquina es una mera exageración. Pero en realidad camine porque tenía ganas de caminar. En varios lugares había chavos echando la “cascarita”. En uno de ellos me quede a echar la reta. Solo jugué media hora y seguí caminando. La ciudad crece a pasos agigantados. Aunque los negocios que más vi fueron de: comida, expendidos de cerveza, cibercafés y casetas telefónicas. Entre tantas calles que iba caminado sin darme cuenta llegue al panteón. Decidí entrar por la tranquilidad que emanaba de ahí. De paso iría a las tumbas de mis familiares muertos. La tumba de mi abuela estaba limpia y con flores. Seguramente el tío Mario la visita con regularidad. Me resulta increíble que ya no este aquí. Pero como dicen en la iglesia: “no se murió solo se adelanto en este viaje”. Le dije unas palabras, pero para mis adentros, que iba a pensar la gente si me hubieran visto hablando solo. Luego pase a la tumba de mi tío y mi tía. Salí de ahí y ya no quise seguir caminando. Solo quería llegar a casa. Llegue cansado y desde mi cama le marque a mi novia. Platicamos más de una hora. Me contó sus actividades. Yo solo le mencione mi tristeza al ir al panteón. Nos veremos mañana por la tarde. Al final ninguno de los dos quería colgar (¡agh! que cursi) y probamos eso de colgar al mismo tiempo. Pensé que iba a tardarme unos minutos en conciliar el sueño. Solo recuerdo que puse el teléfono en el buró. De ahí abrí los ojos y por la ventana entraba la luz del sol.