martes, 10 de febrero de 2015

La tesis

Nadie sabe quién es el papá y nadie se atreve a preguntarle. Todo mundo quiere saber, pero no hallan la forma de investigar sin preguntar directamente, que es la única forma de averiguar. Con estas palabras inicia su texto el joven escritor, porque ya no sabe que contar y no quiere escribir de si mismo inventando nombres. Ahora ha vuelto a ver a las personas que lo rodean para escribir de ellas, como solía hacerlo antes. De esa forma no se esfuerza tanto para redactar porque para escribir de él mismo tenía que modificar algunas cosas para que nadie supiera su identidad. Y a la vez no quería modificar nada, quería contar las cosas tal y como le sucedieron. Pero de un tiempo a la fecha su vida se volvió aburrida y ya nada le sucedía y eso se reflejó en su escritura. Afortunadamente se dio cuenta a tiempo. Hizo una pausa en sus actividades y escribió un plan de vida. Se fijo metas. Se dio cuenta de qué es lo que más le apasiona en la vida. Empezó a viajar, retomó sus lecturas, entró a talleres y cursos, se lleva con una chica que es motivo de su inspiración, pero de esto hablaremos más adelante porque hay mucho que decir.

¿Tú no sabes?
No
He querido preguntarle a su hermana, pero me da pena.
En algún lugar leí que no es bueno tener un amigo escritor porque tarde o temprano escribirá tu historia con o sin tu permiso. Ninguno de mis amigos escribe y espero no ser visto por alguien que escriba. Sabe entonces que todas las tardes me reúno con Elena. Y que en una ocasión vi a María en el mismo lugar, lo cual fue una estupidez de mi parte. Sí, me aseguré de no ser visto por personas conocidas, pero no de ser visto por un escritor. Ahora sé que debo tener cuidado.

Unos dicen que el papa es el hijo del señor Pedro. Otros dicen que es su ex. Pero quien sabe. Debe haber alguien que sepa y que suelte la sopa. Nunca faltan. Solo hay que encontrar a esa persona. ¿Quién soy yo? Me llamo Héctor. Estoy haciendo mi tesis, pero todo me distrae. Antes de empezar todo se veía bien fácil. Ahora que estoy frente a la computadora no pienso en nada, no se me ocurre nada, no me concentro. Quiero estar en la calle, en el cine, jugando futbol, viendo televisión, leyendo una revista, en el parque con Elena, viendo el atardecer, tomando fotografías, navegando en internet. Pero no. Estoy aquí, tratando de escribir y si, escribo. Pero no lo que debería.

¡Ya se a quien le voy a preguntar! ¡A Javier! ¡Él ha de saber! Lo malo es que no es una fuente confiable. Tanto puede ser verdad lo que me dice como todo lo contrario. Voy a ver que le puedo sacar. Más tarde les aviso. El joven escritor guarda el documento y apaga su computadora. Se pone un suéter y sale a la calle. Camina dos cuadras y se sienta en una banca a esperar. Cinco minutos después llega el motivo de su inspiración. Ella se disculpa por la demora y le cuenta todo lo que tuvo que pasar para regresar. Después le pregunta a él cómo estuvo su día. Ella está cansada y le pide que la acompañe a su casa. Mientras tanto veo como ya van a dar las ocho y no he hecho nada en todo el día. ¡En todo el día! Y estoy cansado y empiezo a bostezar.