Sé que es importante.
Sé que es vital. Sé que no habría vida si no existiera. Pero la odio porque no
me deja salir. La odio porque me pone triste. La odio porque arruina mis planes
y me deja en casa viendo televisión cuando tenía programado una actividad al
aire libre. Es cierto que no siempre tengo planes y estar en casa leyendo o
viendo películas es parte de mi agenda sin importar si afuera llueve o no.
Además, y a pesar de su importancia, la lluvia siempre causa estragos. Cada año
es normal ver inundaciones. Familias enteras viviendo en el segundo piso o en
el techo, en el mejor de los casos. Todo por culpa de la lluvia.
No sé porque ahora
viene a mi memoria el ciclo del agua. Evaporación, transpiración,
precipitación, algo así. Como también viene a mi mente cúmulos, estratos,
nimbos, cirros, que no se si son nombres de nubes o una clasificación. Aquí es
evidente que las ciencias naturales y la geografía no eran de mis materias
favoritas. Y ya que hablo de la escuela –y de cosas que vienen a mi mente- en
mis cuatro años y medio de carrera nunca me tocó una lluvia a la hora de
entrar. Si acaso una llovizna pero nada más. No recuerdo haber corrido o visto
en la necesidad de llevar un paraguas o un impermeable. Es como si en esos
cuatro años y medio estuvo prohibido llover porque tenía que ir a la escuela.
Cantando bajo la
lluvia es una película clásica. Pero, ¿qué otras películas tienen escenas con
lluvia? A Noah y a Allie los sorprende la lluvia mientras remaban por un lago
en diario de una pasión. O el Doc (Emmett L. Brown) pronosticando el momento
exacto en que dejará de llover en volver al futuro dos. En tesis hay una escena
donde un personaje misterioso está parado en la calle mientras llueve. Summer
llega a casa de Tom toda empapada en 500 días con ella y paro de contar. En mis
películas favoritas la lluvia no es algo importante. Sin embargo, aquí viene la
ironía: siempre he soñado con una escena de una pareja caminando bajo la lluvia
y yo, detrás de cámaras, rodando esa escena a altas horas de la madrugada.
No sé si existan
libros donde la lluvia sea un elemento dramático o un personaje. Pero lo que si
se es que hay canciones que hablan de la lluvia. Hay una de Cri-Cri que en este
momento se me escapa su nombre. Hay una de Barney, si las gotas de lluvia. Hay
una de Joaquín Sabina y Fito Páez, llueve sobre mojado. Llueve sobre la ciudad,
de los Bunkers. Y November Rain de Guns N' Roses. Seguramente hay más, pero
vuelvo a recalcar, la lluvia me choca.
Este odio
desenfrenado viene desde niño. Siempre nos juntábamos todas las tardes a jugar,
excepto cuando llovía. Y había semanas donde me pasaba sin poder patear un
balón. La cancha se llenaba de lodo y el balón no rodaba y cuando al fin
parecía que se empezaba a secar, volvía a llover. Ya de grande me ha tocado
jugar bajo una llovizna o con la cancha mojada. Y una nueva ironía se presenta
en este punto. Cuando he jugado con lluvia o con el césped mojado mi equipo
nunca ha perdido. Supongo que la lluvia trata de ganarse mi aprecio con estos
gestos y quizá algún día lo haga, cuando salga de trabajar, empiece a llover y
no me quede otra más que correr y buscar un refugio temporal para cubrirme.
Entonces, ella aparecerá junto a mí y me ofrecerá cubrirme con su paraguas.
Entonces, y solo entonces, dejaré de odiar la lluvia.