viernes, 10 de enero de 2020

Caja 5


Fuimos a comprar comida chatarra a la tienda y la metimos al cine. La guardamos en tu bolsa porque me dijiste que a ti no te revisarían y así fue. La dulcería del cine es cara y en ese entonces éramos unos estudiantes que a penas y teníamos para algo más que no fuera el pasaje, las copias que había que sacar, el internet, porque entonces pagábamos 10 pesos por una hora de internet. Nada de esto hubiera sido posible recordar si no fuera porque estuve contemplando los artículos que están cerca de la caja ya que no podían pagar un artículo por falta de código. Entonces, al ver una bolsa grande de frituras, me acordé de ti. Hace mucho que no te veo, no sé qué fue de ti. ¿Te habrás casado? Siempre me dijiste que nunca te ibas a casar. Me gustaría dejar un mensaje para ti, por si lo ves. O tal vez debo buscarte en internet.

O tal vez tú me encuentres a mí. Mi primer libro está por publicarse y habrá publicidad en varias partes. No tanta como la de una película ni como la de un autor consagrado, pero si lo suficiente como para que me reconozcan. ¿Estarás en el país? ¿Deberíamos vernos? Platicar no tiene nada de malo. Platicar por nostalgia. ¿Más recuerdos saldrán a flote si te tengo frente a mí? Quizá no. Quizá sí.

Uso el transporte público porque mi coche está en el servicio. Me gusta usarlo porque no tengo que ir concentrado viendo adelante y solo observar alrededor cuando el semáforo está en rojo. Ahora veo por la ventanilla, miro a las personas y puedo pensar libremente, incluso leer o escribir. Debería escribir una novela cuando voy en el bus. Ya un escritor lo hizo, no recuerdo quien. Lo leí en una ocasión. Aún falta para llegar a casa. Disfrutare lo que queda tomando fotos o escuchando música.