Fuimos a comprar
comida chatarra a la tienda y la metimos al cine. La guardamos en tu bolsa
porque me dijiste que a ti no te revisarían y así fue. La dulcería del cine es
cara y en ese entonces éramos unos estudiantes que a penas y teníamos para algo
más que no fuera el pasaje, las copias que había que sacar, el internet, porque
entonces pagábamos 10 pesos por una hora de internet. Nada de esto hubiera sido
posible recordar si no fuera porque estuve contemplando los artículos que están
cerca de la caja ya que no podían pagar un artículo por falta de código.
Entonces, al ver una bolsa grande de frituras, me acordé de ti. Hace mucho que
no te veo, no sé qué fue de ti. ¿Te habrás casado? Siempre me dijiste que nunca
te ibas a casar. Me gustaría dejar un mensaje para ti, por si lo ves. O tal vez
debo buscarte en internet.
O tal vez tú me
encuentres a mí. Mi primer libro está por publicarse y habrá publicidad en
varias partes. No tanta como la de una película ni como la de un autor
consagrado, pero si lo suficiente como para que me reconozcan. ¿Estarás en el
país? ¿Deberíamos vernos? Platicar no tiene nada de malo. Platicar por
nostalgia. ¿Más recuerdos saldrán a flote si te tengo frente a mí? Quizá no. Quizá
sí.
Uso el transporte público
porque mi coche está en el servicio. Me gusta usarlo porque no tengo que ir
concentrado viendo adelante y solo observar alrededor cuando el semáforo está
en rojo. Ahora veo por la ventanilla, miro a las personas y puedo pensar
libremente, incluso leer o escribir. Debería escribir una novela cuando voy en
el bus. Ya un escritor lo hizo, no recuerdo quien. Lo leí en una ocasión. Aún
falta para llegar a casa. Disfrutare lo que queda tomando fotos o escuchando
música.