La mañana del 08 de
octubre ella todavía seguía pensando. Tenía la posibilidad de decir que no,
pero también pensaba en el sí. No pensaba nada más que en la respuesta que iba
a dar.
Si.
No.
No.
Si.
Casi como subrayar la
respuesta correcta o dejarlo a un de tin marín. Pero era un asunto serio que no
debía dejar al azar. Enamorada ya estaba, lo que no quería era que le rompieran
el corazón otra vez. Y es en esta reflexión que la vida se le iba. No puede ser
todo color de rosa, se decía. Pero no quería verse a futuro llorando con la
cara hundida en la almohada. 44 años después, ella se levanta temprano y se
mira al espejo. Se mira por espacio de dos minutos y súbitamente el recuerdo de
44 años atrás la atrapa. Recuerda algunas cosas que pensó, que sintió. Solo
sonríe y regresamos de nuevo al presente, con la protagonista de esta historia
pensando, consultando el horóscopo y tratando de poner su atención en algo más
que una respuesta.
Lo vio por primera vez
caminando por la avenida principal. Ella lo vio, él no. Algo en su forma de
caminar, algo en su rostro. Algo que ni ella misma sabía que. La segunda vez
que lo vio, él paso como si ella no existiera, no porque ella no existiera en
verdad, sino porque él iba distraído. Fue hasta la quinta vez que lo vio cuando
él por fin posó sus ojos en los de ella. No de manera despectiva, no de manera
lasciva, más bien como alguien que ve a otra persona y nada más.
Todo se complicó.
Porque muchas veces las cosas se complican como si esto fuera una telenovela.
No lo es. Es la vida real y suele suceder que la vida no es como en la
televisión, sea película, serie o telenovela lo que uno esté viendo. Como ya
dije, no hubo flechazo instantáneo, amor a primera vista. Y cuando las cosas
estaban para ser felices, ella dudaba si decir sí o no. En la televisión no
dudan y desde los primeros minutos de lo que sea que estemos viendo, ya están
enamorados. Que después surja un villano que los quiera separar, que la carta
que él le escribió ella no la recibe y en lo único que puede pensar es que la
abandonó, que no pueden volver a verse porque no puede entrar de nuevo al país
por haber violado el tiempo de estancia que marca la visa, que ella es pobre y
él rico, que ella es rica y él pobre, que esto, que el otro, etcétera. Pues
bien, en esta historia ella duda.
Y la duda la carcome,
la amenaza, la sofoca, que prefiere no pensar, no actuar y decide dejar todo en
manos del destino, lo que sea que eso signifique. No va a lanzar una moneda al
aire. No va a escribir en dos papeles pequeños ambas respuestas y seleccionar
una de ellas. Lo que ha decidido es hacer nada. Dejarse llevar por esa frase:
“Lo que va a pasar, va a pasar.” Así que ella no dará respuesta alguna. Bueno,
el silencio será su respuesta. Y ya.