domingo, 10 de marzo de 2019

Indecisión


La mañana del 08 de octubre ella todavía seguía pensando. Tenía la posibilidad de decir que no, pero también pensaba en el sí. No pensaba nada más que en la respuesta que iba a dar.
Si.
No.
No.
Si.
Casi como subrayar la respuesta correcta o dejarlo a un de tin marín. Pero era un asunto serio que no debía dejar al azar. Enamorada ya estaba, lo que no quería era que le rompieran el corazón otra vez. Y es en esta reflexión que la vida se le iba. No puede ser todo color de rosa, se decía. Pero no quería verse a futuro llorando con la cara hundida en la almohada. 44 años después, ella se levanta temprano y se mira al espejo. Se mira por espacio de dos minutos y súbitamente el recuerdo de 44 años atrás la atrapa. Recuerda algunas cosas que pensó, que sintió. Solo sonríe y regresamos de nuevo al presente, con la protagonista de esta historia pensando, consultando el horóscopo y tratando de poner su atención en algo más que una respuesta.
Lo vio por primera vez caminando por la avenida principal. Ella lo vio, él no. Algo en su forma de caminar, algo en su rostro. Algo que ni ella misma sabía que. La segunda vez que lo vio, él paso como si ella no existiera, no porque ella no existiera en verdad, sino porque él iba distraído. Fue hasta la quinta vez que lo vio cuando él por fin posó sus ojos en los de ella. No de manera despectiva, no de manera lasciva, más bien como alguien que ve a otra persona y nada más.
Todo se complicó. Porque muchas veces las cosas se complican como si esto fuera una telenovela. No lo es. Es la vida real y suele suceder que la vida no es como en la televisión, sea película, serie o telenovela lo que uno esté viendo. Como ya dije, no hubo flechazo instantáneo, amor a primera vista. Y cuando las cosas estaban para ser felices, ella dudaba si decir sí o no. En la televisión no dudan y desde los primeros minutos de lo que sea que estemos viendo, ya están enamorados. Que después surja un villano que los quiera separar, que la carta que él le escribió ella no la recibe y en lo único que puede pensar es que la abandonó, que no pueden volver a verse porque no puede entrar de nuevo al país por haber violado el tiempo de estancia que marca la visa, que ella es pobre y él rico, que ella es rica y él pobre, que esto, que el otro, etcétera. Pues bien, en esta historia ella duda.
Y la duda la carcome, la amenaza, la sofoca, que prefiere no pensar, no actuar y decide dejar todo en manos del destino, lo que sea que eso signifique. No va a lanzar una moneda al aire. No va a escribir en dos papeles pequeños ambas respuestas y seleccionar una de ellas. Lo que ha decidido es hacer nada. Dejarse llevar por esa frase: “Lo que va a pasar, va a pasar.” Así que ella no dará respuesta alguna. Bueno, el silencio será su respuesta. Y ya.