martes, 10 de diciembre de 2013

Para ti

¡A quien engaño! Si todo lo que escribo lo escribo pensando en ti. Por eso escribo con cuidado, por eso no invento historias como antes, para que no pienses que mi vida es así. Escribo como si me fueras a leer; para que no me reclames.

No aclaro todo esto para decirte que ya no voy a escribir pensando en ti. No sé si así seguiré por el resto de mi vida o en algún momento mis palabras ya no serán para ti. ¿Sabes? Quisiera escribirte para siempre, que seas la fuente de mi inspiración eterna. También a veces me da por imaginar que nos conocemos de mucho tiempo atrás. Me hubiera gustado conocerte de niño. Ojala hubiéramos ido a la misma primaria. Seguramente desde entonces me hubiera enamorado de ti. Por cierto, el otro día leí una frase que dice que cuando uno se enamora a primera vista es porque esa persona fue nuestra pareja en otra vida. Algo así. Por que al menos así me pasó, en el momento que te vi por primera vez me enamoré. En ese instante quise saber tu nombre, quería saber cómo volver a verte de nuevo. Incluso pensé en presentarme aunque no me conocieras.

Es aquí donde dejé el lapicero y los recuerdos me invadieron. Cerré mi cuaderno y me fui a la azotea a ver el atardecer. Imaginé que tú también estabas viendo el cielo en ese momento y que te preguntabas en donde estoy. Pero mi pensamiento era demasiado cursi y sabes que no me gusta serlo. Luego caí en la realidad y el golpe fue duro. Por eso me regresé a escribir porque ahí podemos platicar sin que nadie nos moleste.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Sábado y domingo

Imagino cosas que no son. Imagino que estamos en el mismo grupo de la primaria. Tú te sientas adelante y yo oscilo entre las bancas de en medio y atrás. Tus amigas son: Diana, Irma, María y Guadalupe. Mis amigos son: Julio, Francisco y Humberto. Y desde el día del desfile te veo bonita. Bueno, desde que entraste al salón. Quiero acercarme a ti para platicar y no sé qué decir. Tal vez preguntarte si hiciste la tarea. Tal vez pedirte un color. Tal vez entregarte un papelito. O quizá te regale una rosa. Alejarme de mis amigos a la hora de la salida también es una opción. Esperar a que salgas y seguirte hasta que te despidas de tus amigas. Sé que esto es ruin. Pero son las cosas que se me ocurren. Lo único que quiero es platicar contigo mientras tomamos un helado. Quizá descubras mi lado más tierno, ese que no le muestro a nadie. Quizá no deje de mirar tus ojos. Quizá nada de esto suceda. Estoy soñando despierto.

Otro día más de clases. Otro día que avanzo un lugar para estar atrás de ti. A mis amigos les voy a decir que me estoy sentando en un lugar diferente cada día. Claro, si es que me preguntan. Para el martes de la otra semana ya estaré atrás de ti. Al menos así te darás cuenta de mi existencia por si no has notado que estamos en el mismo salón. El amor debe ser delator. Las orejas se me deben poner rojas y debes interpretar esto como un sentimiento de amor. Y que solo lo sepas tú para que nadie se burle. A mis amigos los puedo agarrar a patadas, pero a las niñas no. Y ellas son las que más burla hacen.

El viernes casi te sigo. Me quedé en el salón y con una calma guardé mis libros y cuadernos. Así pude apartarme de mis amigos. Me fui por el otro lado, por los salones de sexto y de ahí di vuelta a la salida. Te esperé muy cerca de la puerta. No sé cuánto tiempo tardaste y finalmente apareciste con Guadalupe y María. Les di ventaja de diez segundos y finalmente salí. Sentí que todo mundo me estaba viendo, estaba nervioso. No sé ni que te iba a decir y al llegar a la esquina, tomé el rumbo a casa. Entonces encontré a Humberto que me preguntó en donde me había metido. Le dije que había ido al baño y al salir ya no los vi. Me dijo algo de unos juegos y otras cosas que no puse atención. Mi mente solo pensaba en ti.

Al llegar a casa quise hacer la tarea para tener todo el fin de semana libre, pero no podía dejar de pensar. Y así me la pase toda la tarde. Ayer por la mañana revisé mis libros y me puse a hacer la tarea. No era mucha, terminé pronto y me puse a ver televisión. Después de comer me habló Julio para ir a jugar fut. Llegué a las nueve a casa muy cansado. Claro, estuviste presente en mi mente todo el día. Hoy fui a misa por obligación y ayudé en los quehaceres. Desde mediodía estoy planeando lo que voy a decirte. Pensé en pedirle consejo a mi prima, pero de último minuto deseché esa posibilidad. En diciembre tenemos posada en el salón. Tal vez es un buen momento ahí, pero falta más de un mes. Seguirte no es del todo buena opción. María se despide de ti en independencia y de ahí caminas dos cuadras para llegar a tu casa. Seguramente iré con una cuadra de distancia y para cuando se despidan tendré que correr quedándome con una cuadra para platicar contigo. Es por eso que te escribí:

Hola Margarita. ¿Quieres ir por un helado al salir de clases? Subraya sí o no. Atentamente José.


Quedó bonita mi tarjeta. Ya la guardé en un sobre y te la voy a entregar mañana al llegar al salón. La idea es que voy a llegar temprano y asomarme si ya estás en el salón. Si es así entro y te la doy, sino perderé tiempo en la entrada y cuando te vea llegar iré detrás de ti con la distancia suficiente para que ya estés sentada y llegue frente a ti. No quiero pensar demasiado, solo quiero que ya sea lunes.

jueves, 10 de octubre de 2013

Recuerdos

Andrea es la mujer ideal para mí. Me la paso bien con ella. No sé si soy el hombre ideal para ella. Tampoco se lo he preguntado. Siempre hay algo que nos separa. Yo tenía novia cuando la conocí. Después de que terminé con ella anduve solo dos años, pero cinco meses antes de que empezara a andar con Marlen, Andrea y Carlos se hicieron novios. Yo me fui a la facultad de medicina y ella, Andrea, a derecho. Muy pocas veces nos vimos en esos cinco años. Nos hablábamos por el messenger, mensaje de texto o nos escribíamos un correo electrónico. Constantemente estaba viajando por todo el estado y cerca de un año no supe nada de ella. Con Carlos duró dos años y terminaron en buenos términos. En cambio Marlen y yo peleábamos mucho y ambos teníamos la misma inseguridad de perder al otro. No soportaba cuando salía con sus amigas, más cuando una de ellas llevaba a su primo Eduardo. ¡Me reventaba ese cabrón! En cambio Marlen no quería verme cerca de Claudia. La odiaba a morir. Claudia es buena onda y se alejo de mí lo más que pudo pues trabajábamos en la misma oficina y era inevitable que no me hablara. A Marlen no le bastaba con saber que Claudia tenía novio y estaba comprometida. Para ella, Claudia era una… cualquiera. Finalmente sucedió lo inevitable. Desde ese día no he vuelto a ver a Marlen.

A la que vi hace poco fue a Andrea. El año pasado salimos mucho. Fuimos al cine, a cenar, comer, almorzar, pasear, de compras, correr y creo que nada más. Supongo que ella me ve como un amigo y yo también la veo a sí, pero me puse a pensar que quizá podíamos ser algo más. A finales de noviembre me dijo que se tenía que ir, que la había pasado muy bien y que no quería, pero era su trabajo. La semana pasada me envió un mensaje diciendo que acababa de llegar, que ojala pudiéramos vernos pronto para platicar. Le dije que sí, que me avisara cuando y a qué hora y quedo en avisarme.

Encontré a Andrea en la entrada del cine, yo había ido con mi prima y Andrea iba con toda su familia. Me abrazó como si tuviera once meses sin verme, je. Me dijo que ella me avisaba que día nos veíamos porque estos días estaba disfrutando a su familia y atendiendo unos pendientes laborales. De hecho, había salido a atender una llamada afuera porque había mucho ruido. Le presenté a mi prima, le conté que película habíamos entrado a ver y se lamentó porque su familia quería ver la película de moda. Seguro es un churro, pero esa quieren ver, me dijo.

Esa noche me puse a escribir. Y si digo que no pude dormir es solo para rayar en la cursilería. Lo que si pasó es que me puse a escuchar música y a pensar. No puedo decir todo lo que pensé porque ni yo me acuerdo. Lo que sí puedo decir es que he pensado mucho en mi futuro. Y también un poco en el pasado, en todas esas cosas que ya no hago y que me gustaba mucho hacer. Jugar futbol, por ejemplo. Aquellos días que leía sin parar. Los días nublados, los días soleados. Cuando mis ideas eran más radicales. Cuando no quería ser como mis padres. Cuando la vida parecía ser más fácil. Cuando no me importaba el dinero. Cuando iba a conciertos. Cuando conocí a Rebeca. Sobre todo cuando conocí a Rebeca. ¿Dónde estará? En eso me acordé de mi álbum de fotos y lo tomé de mi librero. Esa noche la terminé sumido en la nostalgia.


martes, 10 de septiembre de 2013

Conversaciones modernas

Escribes muy “suave”. No mientas madres. No hay suspenso, aventura, fantasía, celos, rencor, temor, odio, amor, en tus historias. No te metes con la iglesia, el sistema, la política, el futbol, la sociedad, etcétera. ¿Quién va a querer leer eso? Eres políticamente correcto al escribir. Si, está bien escribir las reflexiones que uno tiene del presente, pasado y futuro, pero en cada texto lo haces y empieza a perder sentido. Es como si no tuvieras imaginación. Debes revisar eso.

¿Qué más te puedo decir? Hay tantas cosas que puedes escribir como para nada más escribir de ti. Así lo veo. Te hace falta enamorarte, escribes bien en ese estado. No creo que pases por un mal momento, solo que te has alejado un poco de la idea que tenías cuando empezaste a escribir. Te digo todo esto porque puedes escribir sobre varios temas, bueno, al menos yo quiero que lo hagas. No es que no me hayan gustado tus últimos textos, solo que te has vuelto predecible. Esa es mi respuesta.

Ahora me toca contarte porque vine. Le voy a proponer matrimonio a Aurora y necesito tu ayuda. Ya tengo la mayor parte de mi plan, ya tengo a muchos amigos que me van a ayudar porque requiere de muchas personas para conseguir el objetivo final o a lo mejor no. Por eso quiero que me ayudes con ideas. Como seguramente recordaras, Aurora y yo nos conocimos en clases de inglés. Ella iba en un nivel más avanzado que yo. Un día estaba leyendo en una banca afuera del salón, cuando ella se acerco a saludarme. Esa fue la primera vez que la vi y que platicamos. Ya conoces el resto de la historia. Pues bien, mi idea es pedirle que se case conmigo ahí mismo. El problema es que no sé cómo hacer para que vaya hasta ahí sin que sospeche nada. Solo sé que alguien más tiene que decirle que vaya, pero no se con que excusa. Es ahí donde entras tú.

¡No se me había ocurrido! Sí, me llevo con el director y varios profesores. ¡Sabía que tenía que venir contigo! Eso voy a hacer, gracias. Ya te cuento cómo va el plan, te hablo en estos días. Me voy porque aún tengo cosas que hacer y tengo que ver a Aurora más tarde. Si quieres escribir mi historia te doy permiso. Puedes hacer una novela. Claro, tienes que exagerar la historia, pero hacerla creíble. Cambias toda la información personal y…tu sabes que hacer.


sábado, 10 de agosto de 2013

Domingo

El rechazo es algo que no quiero volver a sentir. Por eso ahora hago las cosas solo, pero la verdad no es algo agradable. Es una mamada lo que estoy haciendo. La verdad quiero enamorarme, tener a alguien a quien escribirle, a quien ver, con quien salir. No me quiero poner cursi porque cuando lo hago rayo en la imbecilidad y creo que por eso sufro de más. Claro, no soy perfecto ni el hombre ideal, solo quiero ser el hombre ideal para una mujer. Si, definitivamente no es el mejor momento para escribir. También es cierto que oculto mis sentimientos, pero aquí dejo de hablar de ellos.

Ayer fue un día ajetreado. Me iba a despertar temprano para ir a correr y me dio flojera. Me levanté tarde, si. Me di una ducha y desayuné a eso de las diez de la mañana. Limpié mi habitación y terminé agotado. Tomé una siesta por espacio de una hora. Al despertar leí un poco y muchos recuerdos se presentaron. Estuve pensando en Gabriela. Incluso pensé en buscarla. Ese pensamiento estaba muy fuerte en mi mente cuando mi madre me habló para que le ayudara. Sacamos todos sus trastes para limpiar el lugar. Dijo que va a tirar algunos o los va a regalar porque ya nos los ocupa, pero terminó guardando de nuevo el ochenta por ciento. Quedó todo perfecto. Y ya que estábamos en eso, limpiamos la vitrina donde tiene la cristalería. Solo nos dimos un tiempo para comer y continuamos. Terminamos a las siete de la tarde.

Ni bien me senté un rato cuando sonó el timbre. Era Jorge, para que lo acompañara a casa de María porque se habían peleado. Últimamente lo han hecho mucho y la verdad ya no les veo futuro y así se lo dije. Sin embargo, el quiso ir a buscarla y lo acompañé. Le llevó serenata y no salió. El problema fue que ya nos íbamos cuando llegó María con Carlos, tomados de la mano. María se sorprendió y Jorge se acercó, la saludó y le dijo a que había ido. El momento fue incomodísimo para mí. Yo no sé que hubiera hecho si hubiera estado en el lugar de Jorge. Quizá me hubiera ido.

María le dijo que no era el momento de hablar y tenía razón. Jorge se empeño en que tenían que hablar y Carlos intervino. En ese momento me acerqué a Jorge y lo jalé. Me costó trabajo detenerlo. Los músicos me echaron la mano y lo sacamos de ahí. Insistió en que fuéramos por una chela y lo acompañe al bar “el desengaño”, ¡vaya nombre! Parece que todo conspiraba en contra de mi amigo. Obviamente se puso bien pedo y lo lleve a su casa. Sus padres ya sabían que no andaba muy bien con su novia y no les extraño que llegara en esas condiciones. Me agradecieron el que lo llevara. Eran como diez y media cuando salí de ahí.

Al llegar a casa no tenía sueño. Me acosté en mi cama y me puse a pensar en Jorge y María. Esos pensamientos me llevaron a pensar en mí. Estoy muy cómodo viviendo con mis padres. Ellos no me van a decir nada, pero tarde o temprano tengo que vivir solo. Existe también la posibilidad de que llegue a los 34 años y siga viviendo con ellos, finalmente no creo que me digan nada. No quiero vivir casado en casa de mis padres. Hay quienes lo hacen, pero yo no quiero hacerlo. Irremediablemente pensé en Gabriela. Fui yo el que no creí que lo nuestro podía ser eterno. Fui yo el cobarde. Una lágrima se asomo e inmediatamente la sequé con la manga de mi playera. Cogí una revista para leer y no pensar en eso. No sé en qué momento me dormí.


miércoles, 10 de julio de 2013

Fin de curso

Cecilia está muy emocionada. Hoy es su último día de clases y tiene examen a las dos. Al contrario de la mayoría de sus compañeros y amigos, Cecilia no se desveló estudiando la noche anterior. Aun reprobando, Ceci (como le dicen de cariño sus papás) pasa con seis de promedio, pero eso no va a suceder.

Cecilia se despertó muy temprano para ir a correr. Busca un cronómetro en su cajón y encuentra una foto de Jorge. La saca y la sostiene con la mano derecha. No recordaba que aun tenía esa foto ahí. La observa mientras se sienta al borde de su cama. Por su mente pasan muchas cosas. Después de pasar un par de minutos mirando a Jorge, minutos que parecieron horas, Cecilia se levanta y guarda la fotografía en una carpeta que está en su escritorio. Encuentra el cronómetro y sale de su habitación.

Jorge y Cecilia fueron novios durante ocho meses. Se veían una vez a la semana porque a Cecilia no la dejaban salir. Con el tiempo encontraron la forma de verse más seguido aunque sus encuentros eran muy breves. Ceci es la mayor de sus hermanos y desde niña tuvo bien claro lo que quería hacer cuando estuviera grande. Ya en la secundaria supo a que Universidad iba a asistir. Y ese fue el motivo de su separación.

Un mes antes de partir empezaron a decidir si tenían futuro juntos. Y aunque seguían siendo novios al momento de despedirse, empezaron a tener problemas. Sus horarios no coincidían para chatear o hablarse por teléfono. Solo se hablaban los domingos por la noche. Cuando Cecilia tuvo vacaciones, antes de navidad, se vieron solo para que Jorge le dijera que esto no iba a funcionar. Y por más que ella trató de convencerlo diciéndole que la distancia no impedía que continuaran su relación, Jorge dijo adiós. Lo hizo no porque no la quisiera sino para que ella no lo traicionara. Mucho tiempo después se dio cuenta que su razonamiento era equivocado.

Por su parte, Jorge se despierta para meterse a bañar. Desde entonces no ha tenido otra novia. Y todo parece indicar que no busca una relación. Su vida es demasiado predecible. Y aunque todavía piensa en Cecilia, no quiere ir a buscarla. No sabe que comete un error.

No tuvo problema alguno para resolver el examen. Fue la primera en salir. El recuerdo de Jorge llegó en forma de nostalgia de fin de curso cuando ya todos estaban afuera del salón. Se tomaron infinidad de fotos. Hubo lágrimas y felicidad desbordada. En la noche tendrían una fiesta, la última fiesta.

Jorge llega cansado a casa. Cecilia esta lista para salir. Jorge y Cecilia se conocieron el 12 de noviembre de 2007. Jorge enciende la televisión y busca un buen programa para ver. El timbre suena y Ceci grita: ¡voy! El tiene calor. Ella llega a la fiesta. El se levanta y va a la cocina. Busca algo en el refrigerador y no encuentra nada. En la alacena hay unas palomitas de microondas y las prepara. Ella saluda a sus amigas y va a la barra a pedir una cerveza. Cecilia y Jorge se hicieron novios el 30 de diciembre.

Jorge lleva la bolsa de palomitas a su habitación para ver CSI Miami, su serie favorita. Cuando termina el programa, apaga la televisión y va a la cocina, ahí tira la bolsa a la basura. Entra a su habitación y va a su escritorio. Quiere leer un poco. Su pila de libros sin leer alcanza los cuarenta centímetros. Cecilia baila. Después de meditar un rato, decide leer: el hombre en busca de sentido. Lee la sinopsis y empieza su lectura que detiene en el primer párrafo. Cecilia deja de bailar y va a la barra. Pide una cerveza. Jorge se levanta y sale. Cecilia quiere un poco de aire fresco y va a la calle. Hay una gran tranquilidad afuera. Incluso se pueden ver las estrellas. Jorge está sentado en el patio viendo el cielo. Suspiran lo mismo los dos.


lunes, 10 de junio de 2013

Reflexiones matutinas

¿En verdad es difícil encontrar trabajo? Eso dicen constantemente en las noticias, escucho esto de algunas personas en diferentes lugares y los que tienen empleo se quejan del salario. Algunos dicen que es cuestión de suerte. Por lo pronto debo concentrarme en mi tesis. Ya hice algunos trámites, pero lo que me urge es que me asignen un asesor. Voy a hablar del impuesto empresarial a tasa única, pero no tengo ni la menor idea de cómo delimitar mi tema.

Laura esta en las mismas que yo. Bueno, ella ya tiene asesor y está elaborando su índice, pero le está costando trabajo. Laura es mi amiga. Aún recuerdo el día en que nos conocimos. Ella me hizo plática en la fila para la inscripción. Me hizo una serie de preguntas que respondí. Fue así que nos dimos cuenta que estaríamos en el mismo grupo. Desde el primer día nos sentamos juntos. Así como también desde el primer día supe que tenía novio. No me lo dijo, me di cuenta porque saliendo de clases ya la estaba esperando. Esto fue bueno y malo a la vez. Bueno porque esto me dejaba en claro que solo podíamos ser amigos. Malo porque Laura me gustó desde que la vi y mis esperanzas se esfumaron.

Algo le falta a mi texto. Son seis cincuenta y dos de la mañana. Tengo que ir a trabajar. Es lunes, tengo flojera. Ya no le he tomado fotos al amanecer, ya no le he tomado fotos a nada. Ya no he visto a Gabriela. Hace mucho que no platico con María. En realidad me estoy alejando de todo. Hace algún tiempo Beto puso una frase que dice más o menos así: la soledad vivifica, el aislamiento mata. Según yo, estoy en soledad, espero no caer en el aislamiento sin darme cuenta.

Ha estado nublado, no he podido ir a jugar fut a la cancha. Todas las tardes se arman las retas. Espero que salga el sol, todos los jueves ha salido, que hoy no sea la excepción.

Necesito vacaciones. Necesito ordenar mis ideas, mi vida. Necesito tranquilidad y paz en mi corazón. Necesito volver a ver a Gabriela.

Hay momentos en los que quiero hacer de todo. Quiero tener todas las profesiones, conocer todas las materias, leer todos los libros, viajar por todas las ciudades del mundo, probar toda la comida, realizar todas las actividades y termino frustrándome porque sé que no es posible. Bueno, tanto como frustrarme no. Solo que es muy difícil querer hacer todo y mucho al mismo tiempo.

Siete con cinco minutos. Escribiré hasta las siete y media para que no se me haga tarde. Creo que voy a dejar de escribir por un tiempo. Últimamente no puedo relacionar un párrafo con el siguiente. Me hace falta leer.

Laura se sigue colando en mis pensamientos. En estos días ha estado muy presente. La voy a invitar al cine. En este momento le mando mensaje. Aunque lo que debo hacer es prepararme para decirle lo que siento por ella. Quiero que sea mi novia. Eso quiero.

Ya no se que mas escuchar. Ya solo escucho mis discos viejos. Ya no se a que sitios ir. Si, definitivamente me hacen falta vacaciones. Necesito distraerme. Hay muchos lugares que quiero conocer... que rápido se pasa el tiempo. Faltan cinco para las siete y media. El domingo se pasó como agua entre las manos. Debería tener dos días de descanso a la semana.

Pero bueno, me han dicho que pensando no voy a resolver nada. Tienen razón, sin embargo no sé porque me cuesta mucho decirle a Laura. Es como si ella tuviera un campo magnético que borra mis pensamientos. He pensado que si me pasa esto tal vez es sinónimo de que ella no es el amor de mi vida. Ya saben, todas esas frases románticas y cursis de que en el amor nada es imposible.

viernes, 10 de mayo de 2013

Pequeña soledad


Cristina me dijo que disfrutara mi soledad. Y eso hago. Voy al cine solo, me siento en la banca de un parque, leo un libro por horas sin que nadie me moleste, camino por las calles sin rumbo fijo, sin un horario, todo bien. Solo que hoy… sentí ganas de parar, sentí ganas de ser dos, dice una canción de monocordio. Finalmente algún día voy a tener que compartir mi vida, eso quiero. Si, tal vez mi educación sentimental se la debo a las telenovelas y la exposición temprana de música pop y revistas cursis de mis hermanas, pero finalmente todos, o la gran mayoría, siempre buscamos una pareja.

Mis padres, claro ejemplo. Mis tíos, primos, mi hermana Rebeca y demás familiares. Todos son una muestra de que tarde o temprano habré de casarme. Pero no pienso en eso por el momento. Bueno, si lo pienso. Sobre todo porque vi a alguien hace un par de días. No es que quiera casarme con ella, ni siquiera se su nombre, donde vive, cuántos años tiene, su estado civil, su color favorito, la música que le gusta, sus manías, su película favorita, entre otras cosas más. Sin embargo, no dejo de pensar en ella. Es por eso que voy a ir al lugar donde la vi. Solo espero encontrarla de nuevo. Iré todos los días. Quizá la encuentre, quizá no. Espero que sí.

Mientras tanto dejaré de pensar en eso pues luego de tanto estar analizando las cosas termino enredándome con mis propios pensamientos y sentimientos. Seguiré con mi rutina diaria hasta que… seguiré con mi rutina un rato más hasta que sienta que algo me falte. Hasta que una parte de mi se niegue a seguir, hasta que ya no esté a gusto haciendo cosas solo, paseando solo. No es fácil esto de la soledad, no para mí. No quiero que esto se vuelva una zona de confort y espero que en determinado momento pueda abandonar mi soledad sin problema alguno.

miércoles, 10 de abril de 2013

Una tarde fuera de lo común


De regreso a casa me doy cuenta que llovió. Por la ventanilla miraba el cielo encapotado mientras reflexionaba sobre mi vida y otras cosas. Surgieron algunas ideas dignas de ser anotadas. Lamentablemente no llevaba ningún lapicero conmigo y no pude tomar nota de nada. Por más que intenté escribir lo que pensaba en mi celular, los pensamientos volaron. Es como si fuera imposible escribir los pensamientos. Al momento de querer escribirlos, se van. Apenas suelta uno el lápiz y los pensamientos regresan. No lo entiendo.

Esta noche no estoy haciendo lo que acostumbro a hacer la mayoría de las noches: distraerme. En esta ocasión encendí la computadora para ponerme a escribir. ¿De qué? De lo que sea. Mas de mi vida personal que de otra cosa. Es como si tuviera que decidir el rumbo de mi vida. No estaría mal sacar mis objetivos en este momento y hacer un plan de vida. ¿Cuántos objetivos lograré cumplir? Ya parece que estoy escuchando voces a mi alrededor: “cumplirás todos los objetivos que quieras cumplir”. Parece fácil y puede que realmente lo sea, pero la verdad no quiero pensar demasiado en esto. No hoy. No esta noche.

Es mejor que no continúe con estas reflexiones que lo único que voy a conseguir es ponerme nostálgico. Será mejor que piense en otra cosa. Será mejor que escriba algo que no tenga que ver conmigo. Escribir, por ejemplo, la historia de un tornillo que busca su tuerca. La historia de cenizas que quieren volver a ser como antes. La historia de un niño que pese a las adversidades logra salir adelante. La historia de un diccionario abandonado. La historia de una vieja sudadera guardada en un closet. La historia de una botella de agua guardada en un refrigerador de una tienda que un día la sacan, la tiran a la basura y el señor del camión recolector accidentalmente la dejó caer de la bolsa y quedó a orilla de la banqueta. Un  grupo de jóvenes la usaron de balón de futbol, por lo que fue dar a cuatro cuadras. Ahora, tiene que regresar. La historia secreta de la historia secreta. La historia de…

Mañana tengo que ir al centro. Voy a comprar unas espinilleras. Tal vez camine por unas cuantas cuadras antes de tomar el bus de regreso a casa. Hace mucho que no voy al cine. Tengo un par de películas en casa que no he visto porque duran más de dos horas y exactamente a las diez ya me da sueño. No me gusta ver películas a medias. Es por eso que me esperaré a un fin de semana para poder verlas.

No creo que llueva en la noche. Ya se pueden ver algunas estrellas. Recuerdo que de niño veía mucho el cielo. Ya mero van a dar las diez y el sueño se va a presentar. Siempre se presenta de manera puntual. Aquí termino. Otro día reviso mi texto y veo que le falta o sobra. Sí, me hizo falta hablar de ti, pero, ¿qué puedo decir?

domingo, 10 de marzo de 2013

Borrador numero uno.


Estimada señorita… Muy querida y apreciable… Hola, me estoy acordando de ti en este preciso momento, no sé por qué. Y decidí escribirte para saludar, para saber cómo estas… Me estoy acordando de ti. Quiero echarle la culpa a la música pop… Me estoy acordando de ti. Quiero echarle la culpa a la canción de la radio, al comentario del locutor, a la brevísima inspiración…

Me levanto de mi asiento. Me llevo las manos al cabello. Pienso. Ojala fuera fácil llegar hasta donde estas. De hecho es fácil. Tomo un taxi y de ahí el urbano que me deja a una cuadra. Y ya estoy. La cuestión es llegar temprano, antes de que salgas de tu trabajo. Eso me falla. Y mis barreras mentales.

Quisiera poder explicar en palabras escritas y habladas lo que siento. Y mucho de esto quiero decírtelo cuando estés frente a mí. Solo eso quiero, platicar contigo, no pido más. De aquí sabremos si podemos ser buenos amigos u odiarnos de por vida.

¿Qué es eso de palabras habladas? ¿Porque pienso tanto? ¿Por qué estoy escribiendo esto? Te escribo con el único interés de saber si podemos vernos… Hola. ¿Qué tal tu día?

¿Dónde voy a conseguir los instrumentos? ¡Caray! Estoy guardando mis cartas fuertes para el final y creo que ya va siendo hora de sacarlas. Mientras voy por un oficio el cual voy a presentar en el CIMO. Algo me van a tener que prestar ahí. En la casa de la cultura también existe una ligera posibilidad.

¿Por qué pienso que eres el amor de mi vida? ¿Por qué pienso que tú sientes lo mismo que yo? ¿Por qué me niego a creer que es cierto? ¿Por qué no puedo decirte todo lo que siento?

Me llamo José. Me pregunto si podemos ir a tomar un café. Me interesa conocerte y perdón que te lo diga, pero voy a hacer de todo para que aceptes mi invitación. Así que, aunque suene pretensioso, te conviene aceptar ya. ¿A qué hora sales? Paso por ti y de ahí vamos a un café que está a tres cuadras de aquí, ¿te parece?

¡Todo muy mal! Ni  una sola línea rescatable, ¡por dios! ¿Cómo pretendo llegar a su corazón?

Empezaré de nuevo. Bien, veamos. No se me ocurre nada.

domingo, 10 de febrero de 2013

Sin inspiración


Lamento decirles que paso una crisis emocional muy aguda. Mis pensamientos, sentimientos y emociones tiran para todos lados, pero no van en el mismo camino. Ojala pudiera escribir de esto, pero la razón no me deja ver con claridad. Este mes no habrá PARA LEER. Esto me pone triste pues he querido tener la disciplina de publicar cada mes y con esto se rompe esta pequeña racha de cinco meses escribiendo. ¡Caray!

Finalmente soy yo quien decide sentirse bien o mal al respecto. Y de esto si puedo contarles. Si me siento mal es porque creo que no voy a ser el escritor que siempre he querido ser. ¿Cómo logran los periodistas escribir todos los días? Si tuviera que escribir para un periódico tengo que tener ya algunas historias para publicar pues eso de que a las diez de la noche me entregas tu historia me causa una presión que me bloquea durante todo el día. Bueno, supongo que todo principio es difícil, pero conforme pase el tiempo, me será más fácil redactar unas líneas.

Si me siento bien es porque no todos los días estoy obligado a escribir o mejor dicho, no todo lo que escribo tiene que salir al público. Todo escritor tiene un momento de crisis o simple y sencillamente, un periodo en el que deja a un lado el papel y lápiz para dedicarse a leer, descansar o hacer otras actividades.

Por el momento lo que quiero hacer es resolver mi situación emocional, pues mis demonios existenciales están a todo lo que dan y quiero ganarles la batalla. Dejar atrás mi pasado melancólico y oscuro para encontrar el amor. No el amor propio, sino el otro, le llamare el amor de pareja, que de manera consciente o inconsciente siempre andamos buscando y que la mente, con el paso de los años, nos pone diversas trampas, acertijos y nos juega rudo. Si esto fuera un partido de futbol, la mente sería del equipo contrario y constantemente nos jala la camiseta, nos da patadas, codazos y manotazos que en ocasiones el árbitro no ve.

Pues una vez explicado porque la ausencia de texto en el mes de febrero, me despido de ustedes esperando que se encuentre bien, que no tengan o no vayan a pasar por una de esas crisis emocionales que nos afectan en todos los ámbitos de nuestra vida. Les mando un afectuoso saludo, queridos lectores.

jueves, 10 de enero de 2013

Hoy.


Ayer pensamientos suicidas, no querer tener contacto con la gente, no querer saber nada de la vida. Caminaba como quien va con rumbo a ninguna parte. Cabizbajo, sin ánimo, con la única idea de llegar a casa para seguir sumido en esta depresión. A leguas se le nota la furia, la ira y el miedo en el corazón. Todo el tiempo de malhumor, todo le irrita, todo le molesta y se contiene para no mentarle la madre a su emisor/receptor en este proceso de la comunicación que él se niega a cerrar. Hace como que escucha. Hace como que habla. Pero el miedo y la nada poco a poco le ganan la batalla.

Se ha dejado crecer la barba, su apariencia poco le importa y su aseo personal puede empeorar. Últimamente duerme vestido. Su habitación, toda desordenada, solo refleja su interior.

Hoy, todo sigue igual. La misma rutina de todos los días. El mismo pesar al levantarse, las maldiciones porque ya se le hace tarde. El querer evadir el saludo de todo aquel que pasa enfrente. Sentarse y revisar las actividades del día. Solo que en esta ocasión, un sobre cerrado, sin remitente, lo sorprende. El no dejó eso el día de ayer, tampoco espera información y mucho menos en un sobre. Mira a su alrededor como intentando preguntar quién lo dejó o si es de alguien, pero desiste y lo abre. Una tarjeta pequeña con una sola palabra: “gracias”.

“¿Gracias por existir? ¿Gracias por ser como eres? Gracias porque, de qué. ¿Quién dejó esto aquí? Seguramente no es para mí. No le he hecho ningún favor a nadie. Y lo que es peor, solo una palabra. Si tan solo hubiera dicho gracias por las flores, gracias por el regalo, gracias por tus atenciones; entonces sabría claramente que no es para mí. De hecho estoy convencido de que no es para mí, sin embargo…”

Algo cambia. No se ve más animado, pero su actitud empieza a mejorar. Es como si su energía positiva regresara. Y así empiezan a pasar las horas. Al salir del trabajo, está más tranquilo, más relajado. Mira el cielo, las luces y todo a su alrededor. Parece más despierto, más atento. Sigue siendo él, pero no el mismo de la mañana ni de días pasados. El sobre lo guardó en su portafolio que ahora se encuentra entre la póliza del cheque 1673 y la factura AA 2356 para construcciones DISA. Mira su reloj y empieza a caminar.