sábado, 10 de octubre de 2020

Espera

No hago más que mirar el sol en la pared. Generalmente viajo con María, pero ella se regresó antes porque mi suegra se puso un poco mal. Afortunadamente ya está bien. Mañana veré a María. Aun no se si quedarme con ella o ir solo a Puerto Vallarta. Es extraño estar solo, viajar solo. Desde hace años vamos juntos a todos lados y en especial este viaje. Tal vez es la época del año por eso me siento así. Lo mejor será que me quede con ella. No tengo ni porque pensar en esa decisión. El vuelo esta retrasado. Los aeropuertos son un caos. Viajar solo se presta para compartir algunas palabras con personas desconocidas. Supongo que la gente al verme escribiendo en una libreta no quiere interrumpirme. Mas bien nadie se ha sentado cerca de mí. Seguramente en el vuelo platicaré con alguien. Cuando viajo solo siempre platico con alguien. En una ocasión platique con una señora, mas bien ella me empezó a contar su vida. Yo nada mas la escuché. Creo que era todo lo que necesitaba. Viajar se presta para hacer amigos. He hecho unos cuantos de esta manera. Cuando María y yo fuimos a Durango conocimos a un matrimonio en nuestro recorrido. Hasta la fecha seguimos en contacto.

El otro día me sentí viejo. Es un poco extraño esto de la edad. Hay un momento en que eres joven. Hay otro en el que no eres tan joven, pero te sientes así.  Llega otro punto en el que no eres joven y tu único consuelo es decir que tu alma es joven, la piel es la que se arruga. Y luego llega otro momento, el que me llego a mi hace unos días, en el que ya me sentí viejo. Afortunadamente he hecho cosas buenas y desde que estoy con María he mejorado como persona. Quisiera decir que dejo un mejor mundo que como lo encontré, pero solo aporté un granito de arena en este inmenso desierto.

Ayer hablé con María Guadalupe, el otro amor de mi vida. La veré hasta navidad. Como si el tiempo no pasara lo suficientemente rápido. No hay tiempo para más. Tengo que abordar el avión.