Si, la culpa la tiene
la nostalgia de fin de año. No me pegó sino hasta el uno de este mes. Había
librado todo eso como si fuera cualquier día, cualquier semana, cualquier
fecha, por más que escuchara los villancicos y los adornos navideños que
encontraba en varios sitios a mi paso. Recibí el 2016 por puro trámite. No hubo
fantasmas de navidades pasadas ni futuras. Todo fue muy insípido. Pero llegó el
uno de este mes y poco a poco la nostalgia fue apareciendo. El primer día del
año me la pasé en casa leyendo algunas cosas, escribiendo otras más, viendo
algo de televisión y revisando algunos pendientes. Ya por la noche me puse a
ver una película y así se acabó ese día. No puedo decir si fue un objeto en
concreto lo que me hizo reflexionar. Pienso que fue el clima, ese que dicen que
ha unido a más parejas que cupido. El frío me puso nostálgico y luego me
deprimió. Eso mas contemplar los amaneceres y atardeceres fue el detonante para
que me volviera a cuestionar ¿qué quiero? ¿Hacia dónde voy? ¿Estoy donde quiero
estar? ¿Qué quiero hacer? ¿Estoy conforme con mi trabajo? ¿Qué hay de todos
esos sueños que aun no realizo? ¿Soy feliz? Con algunas preguntas no tuve
problema, las demás calaron dentro de mi ánimo (ya mermado) y mi alma. Recordé
una frase de José Emilio Pacheco. ¿En qué momento me convertí en lo que ahora
soy? Me vi a mí mismo cinco años antes. ¿Cómo fue que la rutina me ganó?
En una hoja tamaño
carta escribí algunos propósitos a realizar y los pegué junto a mi calendario
para que no se me olvide realizarlos. Ahí los voy a ver todos los días y de
alguna u otra forma me voy a dar el tiempo para llevarlos a cabo. Sigo siendo
el mismo de hace cinco años, pero también he cambiado en algunas cosas. Al
menos eso digo yo desde mi perspectiva. Mis amigos, familiares y conocidos
tendrán un mejor criterio en este punto. Quizá lo que quiero decir es que mis
ideas revolucionarias se fueron perdiendo poco a poco. Hasta llegar al punto
que quedaron sepultadas en un rincón de mi memoria y que ahora por este clima
frío que impera en las mañanas y en las noches, accidentalmente mi mente (o lo
que sea) fue a dar con ese pequeño baúl empolvado.
¿Qué puedo hacer para
no olvidar? No quiero llegar mañana a mi trabajo y sumergirme en la rutina,
salir del trabajo cansado y llegar a casa con una idea, con un solo propósito:
descansar. Encender la televisión y perderme en el programa que sea. ¿Qué puedo
hacer para no olvidar? La vida se va y el tiempo vuela. No quiero llegar a los
cuarenta, cincuenta, sesenta años y ver para atrás y preguntarme ¿qué hice?
Pensar que desperdicié mi vida. ¿Qué hago para no olvidar? ¿Qué hago para no
dejarme llevar por la rutina? Espero que con tener mis objetivos a la vista,
descansar unos minutos regresando del trabajo y después pasar a mi escritorio
para llevar a cabo mis propósitos sea más que suficiente.