domingo, 10 de enero de 2016

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Si, la culpa la tiene la nostalgia de fin de año. No me pegó sino hasta el uno de este mes. Había librado todo eso como si fuera cualquier día, cualquier semana, cualquier fecha, por más que escuchara los villancicos y los adornos navideños que encontraba en varios sitios a mi paso. Recibí el 2016 por puro trámite. No hubo fantasmas de navidades pasadas ni futuras. Todo fue muy insípido. Pero llegó el uno de este mes y poco a poco la nostalgia fue apareciendo. El primer día del año me la pasé en casa leyendo algunas cosas, escribiendo otras más, viendo algo de televisión y revisando algunos pendientes. Ya por la noche me puse a ver una película y así se acabó ese día. No puedo decir si fue un objeto en concreto lo que me hizo reflexionar. Pienso que fue el clima, ese que dicen que ha unido a más parejas que cupido. El frío me puso nostálgico y luego me deprimió. Eso mas contemplar los amaneceres y atardeceres fue el detonante para que me volviera a cuestionar ¿qué quiero? ¿Hacia dónde voy? ¿Estoy donde quiero estar? ¿Qué quiero hacer? ¿Estoy conforme con mi trabajo? ¿Qué hay de todos esos sueños que aun no realizo? ¿Soy feliz? Con algunas preguntas no tuve problema, las demás calaron dentro de mi ánimo (ya mermado) y mi alma. Recordé una frase de José Emilio Pacheco. ¿En qué momento me convertí en lo que ahora soy? Me vi a mí mismo cinco años antes. ¿Cómo fue que la rutina me ganó?

En una hoja tamaño carta escribí algunos propósitos a realizar y los pegué junto a mi calendario para que no se me olvide realizarlos. Ahí los voy a ver todos los días y de alguna u otra forma me voy a dar el tiempo para llevarlos a cabo. Sigo siendo el mismo de hace cinco años, pero también he cambiado en algunas cosas. Al menos eso digo yo desde mi perspectiva. Mis amigos, familiares y conocidos tendrán un mejor criterio en este punto. Quizá lo que quiero decir es que mis ideas revolucionarias se fueron perdiendo poco a poco. Hasta llegar al punto que quedaron sepultadas en un rincón de mi memoria y que ahora por este clima frío que impera en las mañanas y en las noches, accidentalmente mi mente (o lo que sea) fue a dar con ese pequeño baúl empolvado.

¿Qué puedo hacer para no olvidar? No quiero llegar mañana a mi trabajo y sumergirme en la rutina, salir del trabajo cansado y llegar a casa con una idea, con un solo propósito: descansar. Encender la televisión y perderme en el programa que sea. ¿Qué puedo hacer para no olvidar? La vida se va y el tiempo vuela. No quiero llegar a los cuarenta, cincuenta, sesenta años y ver para atrás y preguntarme ¿qué hice? Pensar que desperdicié mi vida. ¿Qué hago para no olvidar? ¿Qué hago para no dejarme llevar por la rutina? Espero que con tener mis objetivos a la vista, descansar unos minutos regresando del trabajo y después pasar a mi escritorio para llevar a cabo mis propósitos sea más que suficiente.