sábado, 12 de septiembre de 2009

El tiempo se va.

Siento que he perdido la mitad de mi vida. Aunque la verdad pienso que ha sido toda. ¿Cuál es mi objetivo al estar aquí? Me hace falta hacer muchas cosas. Quiero conocer más lugares dentro y fuera del país. Quiero aprender a tocar el acordeón. Quiero experimentar con la computadora y hacer música. Quiero leer a Stevenson, Proust, Tolstoi, Kundera y otros grandes escritores. Quiero ver las películas que anote en una libreta. Quiero ir al cine. Quiero jugar béisbol y tenis, no se porque. Quiero pasar más tiempo con mi familia. Quiero pasar más tiempo con mi novia. Quiero estudiar otra licenciatura. ¡Hay muchas mas cosas que quiero hacer! Por eso digo que he desperdiciado toda mi vida. El tiempo no alcanza, el tiempo no rinde, el tiempo no perdona. Deberíamos vivir 200 años. La naturaleza se equivoco ahí. Cuando menos nos damos cuenta ya es hora de sentar cabeza. Ya no nos importa más que conseguir dinero para vivir. Nos privamos (o al menos eso he visto) de varias cosas, empezamos a hacer sacrificios. ¿Debería ser así? Quizá el equivocado sea yo. Quizá seria un caos vivir tanto tiempo. Aun así sigo teniendo esta sensación de que estoy desperdiciando mi vida.

Voy a empezar a escribir todas las ideas que me salgan de la cabeza. Escribiré mucho, lo que sea. Se lo tengo que mostrar a alguien o quizá entre a un curso y ahí me dirán que onda. Porque quiero que revisen lo que escribo, porque quizá estoy ensayando para escribir una novela. Pero a veces no me da tiempo y a veces no tengo inspiración. Por eso admiro a los escritores porque muchos de ellos tienen 5 o 6 novelas. Pero si he de admirar a uno por escribir mas novelas es a Carlos Fuentes. Si algún día lo viera le preguntaría: ¿cómo le hace? Por lo mientras escribiré mucho. Cuando ya sienta que tenga facilidad para escribir y alguien revise mis textos y diga que lo hago bien, entonces me aventare a hacer una novela. Quizá sea una historia de amor porque siento que es lo que mas me sale. Aunque una vez quería escribir algo y salió otra cosa completamente distinta. Hasta hay una frase que dice…la verdad no recuerdo bien la frase, pero en pocas palabras dice que nadie escribe el libro que quiere escribir. ¿Seré el caso? Ahora me encerrare en mi habitación hasta que empiece a ver una torre pequeña de las cosas que escribo.


Hace un bonito día, también hace mucho calor. Compre una crema con protección solar. A lo mejor es pura mercadotecnia y no sirve para nada pero es mejor a no ponerse nada. La ventana de la casa que da a la calle no es inspiradora. Solo se ve la pared de enfrente. Por eso he decidido que cuando haga mi casa la haré de dos pisos con un balcón para ver la puesta de sol. No se cuando fue la ultima vez que tembló. Solo recuerdo la de febrero del año pasado, la de septiembre de hace 10 años y una de cuando estaba en el bachillerato. También recuerdo que habían dicho que iba a temblar muy fuerte. Creo que ya hasta se paso la fecha y yo ni en cuenta. De lo que si no me di cuenta fue de lo rápido que creció Alejandro. El es hijo de mi tía María. Lo vi casi todos los días hasta los 8 años y apenas la semana pasada lo vi de nuevo y ya tiene 15 años. Por eso digo que el tiempo no perdona. El problema de la mente es que siempre esta pensando. Hace un bonito día y yo aquí encerrado. Estoy afuera y siento que pierdo el tiempo. Trabajo y quiero tiempo libre. No tengo dinero y quiero algo, lo necesario. Tengo lo necesario y quiero más. Tengo bastante y quiero aun más. Creo que me hace falta disfrutar el presente. Quizá debo decir: hace un bonito día para escribir.

El martes pasado salí a caminar por todas las calles de la ciudad. Norte, sur, este, oeste. Pero le di preferencia a las calles más alejadas, por las cuales no camino e incluso por las que ni conocía. Camine porque creo que en estos tiempos ya nadie camina. Esta bien usar el automóvil, es útil para muchas cosas, pero que se use para ir a la esquina es una mera exageración. Pero en realidad camine porque tenía ganas de caminar. En varios lugares había chavos echando la “cascarita”. En uno de ellos me quede a echar la reta. Solo jugué media hora y seguí caminando. La ciudad crece a pasos agigantados. Aunque los negocios que más vi fueron de: comida, expendidos de cerveza, cibercafés y casetas telefónicas. Entre tantas calles que iba caminado sin darme cuenta llegue al panteón. Decidí entrar por la tranquilidad que emanaba de ahí. De paso iría a las tumbas de mis familiares muertos. La tumba de mi abuela estaba limpia y con flores. Seguramente el tío Mario la visita con regularidad. Me resulta increíble que ya no este aquí. Pero como dicen en la iglesia: “no se murió solo se adelanto en este viaje”. Le dije unas palabras, pero para mis adentros, que iba a pensar la gente si me hubieran visto hablando solo. Luego pase a la tumba de mi tío y mi tía. Salí de ahí y ya no quise seguir caminando. Solo quería llegar a casa. Llegue cansado y desde mi cama le marque a mi novia. Platicamos más de una hora. Me contó sus actividades. Yo solo le mencione mi tristeza al ir al panteón. Nos veremos mañana por la tarde. Al final ninguno de los dos quería colgar (¡agh! que cursi) y probamos eso de colgar al mismo tiempo. Pensé que iba a tardarme unos minutos en conciliar el sueño. Solo recuerdo que puse el teléfono en el buró. De ahí abrí los ojos y por la ventana entraba la luz del sol.