sábado, 10 de octubre de 2015

Bienvenida

Ya no me da tiempo de nada. Llego cansado a casa y la verdad lo único que quiero es descansar y ver la televisión. No me apetece leer ni escribir. Y muy pronto ya ni la televisión voy a encender. O quizá sí, pero nada más por costumbre y ni atención le voy a poner. Aun no sucede pero ya me lo estoy imaginando. Sí, mi vida va a cambiar en cuestión de meses. De hecho, ya está cambiando desde ahora. Estoy emocionado, feliz, contento, nervioso, pensativo y todos los sinónimos de estas palabras. Entonces sí, adiós series, adiós películas, adiós libertad, adiós diversión, adiós libros, adiós computadora. Por una parte me alegra, por otra me aterra. Aterra en el sentido de que no sé muy bien muchas cosas, cosas que iré aprendiendo. Lo bueno es que no estoy solo, tengo a María y ella me tiene a mí. Por ella es que me mantengo cuerdo. Sin ella estaría completamente perdido. Por eso soy muy afortunado de que esté conmigo.

Decía pues que ya no tengo tiempo de nada. Y eso me está volviendo loco. Y aunque el veinte me cayó desde hace algún tiempo, veo con singular alegría que en cuestión de meses todo va a ser nuevo. Si hay contradicción en mis palabras, o si las hubiera es porque pienso muchas cosas a la vez. Pero si he de resumir en una palabra como me siento, esa palabra es: feliz. Si, ya dije que un mar de sentimientos y pensamientos atraviesan por mí. Y aun así, la felicidad es lo que predomina en mí.

Ya tenemos muchas cosas preparadas. Seguramente surgirán otras más que en su debido momento tendremos que atender. Comentarios de amigos y familiares son bienvenidos. Nuestra familia también será de mucha ayuda. Hemos leído, consultado y preguntado muchas cosas para estar preparados y aun así cuando llegue el momento, espero que no sea tan distinto de la teoría que ya tenemos.

El nombre ya prácticamente lo tenemos. Pensamos que debemos esperar para ver la fecha en la que nace y así revisar el calendario, pero nos adelantamos viendo el calendario y la verdad no nos convence ningún nombre de los que aparecen. Yo escogí varios nombres entre los que están: Sofía, Carmen, Isabel y Leticia. Los nombres que escogió María son: Claudia, Adriana y Aurora. Aun tenemos tiempo para decidir uno o dos nombres. Todo lo demás prácticamente lo tenemos resuelto. Solo nos queda esperar.

jueves, 10 de septiembre de 2015

De momento jueves

Desde hace algunos años solo escribo los jueves. Por azares del destino continúo haciéndolo hasta ahora. Por alguna extraña razón que desconozco, los jueves llegaba temprano a casa y a diferencia de otros días, ese día no me ponía a ver televisión. Esto se volvió un hábito y gracias a esto todavía escribo. Ahora ya llevo con esta rutina alrededor de cinco o seis años y todo parece indicar que así será por varios años más. Después ya no podré dejar de escribir el cuarto día de la semana.

Cada que llego a casa María no está. Y deja a Sofía con mi mamá o con mi suegra. Eso hace que pueda escribir por espacio de hora y media porque en punto de las nueve con treinta minutos salgo por María y de ahí pasamos por Sofía. Sofía cada día está más grande. Le he escrito varias cosas para cuando esté en edad de entender lo que le escribo. Nunca lo voy a hacer público, solo será para ella. No creo que ella me reproche nada de lo que le escribo algún día, sin embargo, si lo hago público ahí si tendré a la crítica sobre mí. Pero como esto es solo entre mi hija y yo no tengo necesidad de publicarlo.

A veces leo lo que escribía antes y me sorprendo. Supongo que en unos años cuando lea lo que escribo ahora sucederá lo mismo. A María también le escribo. A veces unas cuantas líneas. A veces páginas enteras. Tiene guardado todo lo que le he escrito. A veces lo relee. Al principio no podía escribirle. Con principio me refiero a antes de llevarme con ella. De hecho no sabía con que pretexto empezar a hablarle y cuando lo hice quise escribirle, pero no pude. Pensé que María y yo no seriamos nada. Aventé la toalla. Y en el momento menos esperado el viento sopló a favor. Pero de esto ya hablaré en otra ocasión.

Escribir los jueves no quiere decir que lo haga bien. A veces encendía la computadora, ponía música y me quedaba pensando. Bueno, esto me sucedía antes. Ahora por lo menos escribo un párrafo. Mucho de lo que escribo a veces no me gusta. En el peor de los casos lo borro. En el mejor de los casos se queda archivado y la verdad no sé porque hago esto si no vuelvo a abrir el documento más que por error. Ya no escribo en papel. No sé cuándo fue la última vez que lo hice. No recuerdo como es mi letra. Seguramente en algún momento tenga que escribir algo en el trabajo, no sé. Lo que si se es que cuando escriba en una hoja de papel no voy a recordar que hice una reflexión acerca de escribir en papel, no en el momento, sino hasta después y me diga: ¡ya escribí en una hoja!

He terminado justo a tiempo. Ya son nueve con treinta. Es hora de ir por mi esposa y mi hija.


viernes, 10 de abril de 2015

La lluvia

Sé que es importante. Sé que es vital. Sé que no habría vida si no existiera. Pero la odio porque no me deja salir. La odio porque me pone triste. La odio porque arruina mis planes y me deja en casa viendo televisión cuando tenía programado una actividad al aire libre. Es cierto que no siempre tengo planes y estar en casa leyendo o viendo películas es parte de mi agenda sin importar si afuera llueve o no. Además, y a pesar de su importancia, la lluvia siempre causa estragos. Cada año es normal ver inundaciones. Familias enteras viviendo en el segundo piso o en el techo, en el mejor de los casos. Todo por culpa de la lluvia.

No sé porque ahora viene a mi memoria el ciclo del agua. Evaporación, transpiración, precipitación, algo así. Como también viene a mi mente cúmulos, estratos, nimbos, cirros, que no se si son nombres de nubes o una clasificación. Aquí es evidente que las ciencias naturales y la geografía no eran de mis materias favoritas. Y ya que hablo de la escuela –y de cosas que vienen a mi mente- en mis cuatro años y medio de carrera nunca me tocó una lluvia a la hora de entrar. Si acaso una llovizna pero nada más. No recuerdo haber corrido o visto en la necesidad de llevar un paraguas o un impermeable. Es como si en esos cuatro años y medio estuvo prohibido llover porque tenía que ir a la escuela.

Cantando bajo la lluvia es una película clásica. Pero, ¿qué otras películas tienen escenas con lluvia? A Noah y a Allie los sorprende la lluvia mientras remaban por un lago en diario de una pasión. O el Doc (Emmett L. Brown) pronosticando el momento exacto en que dejará de llover en volver al futuro dos. En tesis hay una escena donde un personaje misterioso está parado en la calle mientras llueve. Summer llega a casa de Tom toda empapada en 500 días con ella y paro de contar. En mis películas favoritas la lluvia no es algo importante. Sin embargo, aquí viene la ironía: siempre he soñado con una escena de una pareja caminando bajo la lluvia y yo, detrás de cámaras, rodando esa escena a altas horas de la madrugada.

No sé si existan libros donde la lluvia sea un elemento dramático o un personaje. Pero lo que si se es que hay canciones que hablan de la lluvia. Hay una de Cri-Cri que en este momento se me escapa su nombre. Hay una de Barney, si las gotas de lluvia. Hay una de Joaquín Sabina y Fito Páez, llueve sobre mojado. Llueve sobre la ciudad, de los Bunkers. Y November Rain de Guns N' Roses. Seguramente hay más, pero vuelvo a recalcar, la lluvia me choca.


Este odio desenfrenado viene desde niño. Siempre nos juntábamos todas las tardes a jugar, excepto cuando llovía. Y había semanas donde me pasaba sin poder patear un balón. La cancha se llenaba de lodo y el balón no rodaba y cuando al fin parecía que se empezaba a secar, volvía a llover. Ya de grande me ha tocado jugar bajo una llovizna o con la cancha mojada. Y una nueva ironía se presenta en este punto. Cuando he jugado con lluvia o con el césped mojado mi equipo nunca ha perdido. Supongo que la lluvia trata de ganarse mi aprecio con estos gestos y quizá algún día lo haga, cuando salga de trabajar, empiece a llover y no me quede otra más que correr y buscar un refugio temporal para cubrirme. Entonces, ella aparecerá junto a mí y me ofrecerá cubrirme con su paraguas. Entonces, y solo entonces, dejaré de odiar la lluvia.

martes, 10 de febrero de 2015

La tesis

Nadie sabe quién es el papá y nadie se atreve a preguntarle. Todo mundo quiere saber, pero no hallan la forma de investigar sin preguntar directamente, que es la única forma de averiguar. Con estas palabras inicia su texto el joven escritor, porque ya no sabe que contar y no quiere escribir de si mismo inventando nombres. Ahora ha vuelto a ver a las personas que lo rodean para escribir de ellas, como solía hacerlo antes. De esa forma no se esfuerza tanto para redactar porque para escribir de él mismo tenía que modificar algunas cosas para que nadie supiera su identidad. Y a la vez no quería modificar nada, quería contar las cosas tal y como le sucedieron. Pero de un tiempo a la fecha su vida se volvió aburrida y ya nada le sucedía y eso se reflejó en su escritura. Afortunadamente se dio cuenta a tiempo. Hizo una pausa en sus actividades y escribió un plan de vida. Se fijo metas. Se dio cuenta de qué es lo que más le apasiona en la vida. Empezó a viajar, retomó sus lecturas, entró a talleres y cursos, se lleva con una chica que es motivo de su inspiración, pero de esto hablaremos más adelante porque hay mucho que decir.

¿Tú no sabes?
No
He querido preguntarle a su hermana, pero me da pena.
En algún lugar leí que no es bueno tener un amigo escritor porque tarde o temprano escribirá tu historia con o sin tu permiso. Ninguno de mis amigos escribe y espero no ser visto por alguien que escriba. Sabe entonces que todas las tardes me reúno con Elena. Y que en una ocasión vi a María en el mismo lugar, lo cual fue una estupidez de mi parte. Sí, me aseguré de no ser visto por personas conocidas, pero no de ser visto por un escritor. Ahora sé que debo tener cuidado.

Unos dicen que el papa es el hijo del señor Pedro. Otros dicen que es su ex. Pero quien sabe. Debe haber alguien que sepa y que suelte la sopa. Nunca faltan. Solo hay que encontrar a esa persona. ¿Quién soy yo? Me llamo Héctor. Estoy haciendo mi tesis, pero todo me distrae. Antes de empezar todo se veía bien fácil. Ahora que estoy frente a la computadora no pienso en nada, no se me ocurre nada, no me concentro. Quiero estar en la calle, en el cine, jugando futbol, viendo televisión, leyendo una revista, en el parque con Elena, viendo el atardecer, tomando fotografías, navegando en internet. Pero no. Estoy aquí, tratando de escribir y si, escribo. Pero no lo que debería.

¡Ya se a quien le voy a preguntar! ¡A Javier! ¡Él ha de saber! Lo malo es que no es una fuente confiable. Tanto puede ser verdad lo que me dice como todo lo contrario. Voy a ver que le puedo sacar. Más tarde les aviso. El joven escritor guarda el documento y apaga su computadora. Se pone un suéter y sale a la calle. Camina dos cuadras y se sienta en una banca a esperar. Cinco minutos después llega el motivo de su inspiración. Ella se disculpa por la demora y le cuenta todo lo que tuvo que pasar para regresar. Después le pregunta a él cómo estuvo su día. Ella está cansada y le pide que la acompañe a su casa. Mientras tanto veo como ya van a dar las ocho y no he hecho nada en todo el día. ¡En todo el día! Y estoy cansado y empiezo a bostezar.