Despierto.
Por mi ventana se
mete la luz del sol. Enciendo el radio. No me gusta nada y lo apago. Prendo la
reproducción aleatoria de mi iPod. Reviso mi teléfono. Aun
no sé que voy a desayunar. No sé si me voy a preparar algo o voy a salir a la
calle por mi desayuno. Hay muchas cosas que no se a estas alturas de mi vida,
por el contrario, hay muchas otras de las que estoy seguro. Sigo siendo el
mismo de hace cinco años y a la vez no. Debo suponer que ahora soy mejor
persona. No me gusta despertar pensando, aunque hace mucho no lo hago. Todas
las mañanas me despierto y miro el reloj para ver si estoy a buena hora o ya se
me hizo tarde. Inmediatamente después me levanto y me meto a bañar. Salgo y me
visto y voy a la cocina. Por lo general tomo un jugo de naranja. A veces solo
como fruta o unos huevos con jamón. Regreso al baño a cepillarme los dientes,
tomo mis cosas y me voy al trabajo. Creo que no es necesario mencionar lo
demás, se lo pueden imaginar. Y así es de lunes a sábado. Antes me cuestionaba
cosas que ahora no. ¿En qué momento deje de hacerlo? No lo sé.
Hoy iba a salir con
Gabriela, pero ya no. Esta semana no pudimos vernos, estuvo lloviendo y mejor
decidimos cada quien irse a su casa al salir del trabajo. Eso sí, estuvimos
hablando por teléfono toda la tarde hasta la noche. Ella vino a darle más
sentido a mi vida y así puedo escribir en mi línea del tiempo: antes de ella y
después de ella.
¿Y si me quedo
acostado todo el día? Solo me levanto para almorzar, comer e ir al baño. Por
ratos escucho música, leo algo o veo televisión. Quizá hasta escriba algo, el
chiste es estar encerrado la mayor parte del día. Tal vez le hable a alguno de
mis amigos o vaya al cine solo. No sé si ir a correr o a jugar futbol. Puedo
hacer tantas cosas, pero no al mismo tiempo. Siempre estamos tomando
decisiones, algunas de ellas no se toman a la ligera.
No sé porque estoy
pensando todo esto. Hoy se cumplen siete días sin ver a Gabriela. Ya desde el
lunes le he dicho que la extraño. No sé cómo he aguantado tantos días sin
verla. Bueno, si no existiera el teléfono ya estaría como loco o ya la hubiera
visto entre semana. Es evidente que ella me hace falta. Estando solo me pongo a
pensar cosas y la vida se me puede ir de esta manera. Estando con ella es diferente.
Un día nublado es alegre. Un error es una lección. Una pena no se siente como
tal si ella está conmigo. Un segundo es eterno. Y así, me puedo pasar el día
contando cada una de las cosas que cambian en mi cuando estoy con Gabriela.
¡Qué fácil se me puede ir el día pensando o recordando! ¡Qué rápido se va el
tiempo! ¡Qué sorpresas da la vida!
Aun no decido que voy
a hacer el día de hoy. Creo que no quiero hacer nada. Siempre he sido muy
soñador. Si no me equivoco, en el cajón de en medio tengo guardado mi reloj.
Tengo los pies en las nubes constantemente. A veces haces esos ojos. Siempre he
sido muy distraído. Esto es como el final de una película. Te voy a escribir.
Escucha esta canción. Tu vida en 65 minutos. Lo leí en una revista. Me la
recomendó un amigo. Paso por ti a las seis. ¿Cuál fue el último libro que
leíste? Te ves muy bonita. Encontré a tu amiga, me dijo que estabas aquí.
Volveré para decirte que te quiero. Tienes muchas fotografías. Desde el momento
en que te vi. ¿Crees que llueva? Aquí estaré.
Bueno, las nueve ya
van a dar y es hora de ir a almorzar.