martes, 10 de junio de 2014

Día siete

Despierto.

Por mi ventana se mete la luz del sol. Enciendo el radio. No me gusta nada y lo apago. Prendo la reproducción aleatoria de mi iPod. Reviso mi teléfono. Aun no sé que voy a desayunar. No sé si me voy a preparar algo o voy a salir a la calle por mi desayuno. Hay muchas cosas que no se a estas alturas de mi vida, por el contrario, hay muchas otras de las que estoy seguro. Sigo siendo el mismo de hace cinco años y a la vez no. Debo suponer que ahora soy mejor persona. No me gusta despertar pensando, aunque hace mucho no lo hago. Todas las mañanas me despierto y miro el reloj para ver si estoy a buena hora o ya se me hizo tarde. Inmediatamente después me levanto y me meto a bañar. Salgo y me visto y voy a la cocina. Por lo general tomo un jugo de naranja. A veces solo como fruta o unos huevos con jamón. Regreso al baño a cepillarme los dientes, tomo mis cosas y me voy al trabajo. Creo que no es necesario mencionar lo demás, se lo pueden imaginar. Y así es de lunes a sábado. Antes me cuestionaba cosas que ahora no. ¿En qué momento deje de hacerlo? No lo sé.

Hoy iba a salir con Gabriela, pero ya no. Esta semana no pudimos vernos, estuvo lloviendo y mejor decidimos cada quien irse a su casa al salir del trabajo. Eso sí, estuvimos hablando por teléfono toda la tarde hasta la noche. Ella vino a darle más sentido a mi vida y así puedo escribir en mi línea del tiempo: antes de ella y después de ella.

¿Y si me quedo acostado todo el día? Solo me levanto para almorzar, comer e ir al baño. Por ratos escucho música, leo algo o veo televisión. Quizá hasta escriba algo, el chiste es estar encerrado la mayor parte del día. Tal vez le hable a alguno de mis amigos o vaya al cine solo. No sé si ir a correr o a jugar futbol. Puedo hacer tantas cosas, pero no al mismo tiempo. Siempre estamos tomando decisiones, algunas de ellas no se toman a la ligera.

No sé porque estoy pensando todo esto. Hoy se cumplen siete días sin ver a Gabriela. Ya desde el lunes le he dicho que la extraño. No sé cómo he aguantado tantos días sin verla. Bueno, si no existiera el teléfono ya estaría como loco o ya la hubiera visto entre semana. Es evidente que ella me hace falta. Estando solo me pongo a pensar cosas y la vida se me puede ir de esta manera. Estando con ella es diferente. Un día nublado es alegre. Un error es una lección. Una pena no se siente como tal si ella está conmigo. Un segundo es eterno. Y así, me puedo pasar el día contando cada una de las cosas que cambian en mi cuando estoy con Gabriela. ¡Qué fácil se me puede ir el día pensando o recordando! ¡Qué rápido se va el tiempo! ¡Qué sorpresas da la vida!

Aun no decido que voy a hacer el día de hoy. Creo que no quiero hacer nada. Siempre he sido muy soñador. Si no me equivoco, en el cajón de en medio tengo guardado mi reloj. Tengo los pies en las nubes constantemente. A veces haces esos ojos. Siempre he sido muy distraído. Esto es como el final de una película. Te voy a escribir. Escucha esta canción. Tu vida en 65 minutos. Lo leí en una revista. Me la recomendó un amigo. Paso por ti a las seis. ¿Cuál fue el último libro que leíste? Te ves muy bonita. Encontré a tu amiga, me dijo que estabas aquí. Volveré para decirte que te quiero. Tienes muchas fotografías. Desde el momento en que te vi. ¿Crees que llueva? Aquí estaré.


Bueno, las nueve ya van a dar y es hora de ir a almorzar.