Andrea es la mujer
ideal para mí. Me la paso bien con ella. No sé si soy el hombre ideal para
ella. Tampoco se lo he preguntado. Siempre hay algo que nos separa. Yo tenía
novia cuando la conocí. Después de que terminé con ella anduve solo dos años,
pero cinco meses antes de que empezara a andar con Marlen, Andrea y Carlos se
hicieron novios. Yo me fui a la facultad de medicina y ella, Andrea, a derecho.
Muy pocas veces nos vimos en esos cinco años. Nos hablábamos por el messenger,
mensaje de texto o nos escribíamos un correo electrónico. Constantemente estaba
viajando por todo el estado y cerca de un año no supe nada de ella. Con Carlos
duró dos años y terminaron en buenos términos. En cambio Marlen y yo peleábamos
mucho y ambos teníamos la misma inseguridad de perder al otro. No soportaba
cuando salía con sus amigas, más cuando una de ellas llevaba a su primo Eduardo.
¡Me reventaba ese cabrón! En cambio Marlen no quería verme cerca de Claudia. La
odiaba a morir. Claudia es buena onda y se alejo de mí lo más que pudo pues
trabajábamos en la misma oficina y era inevitable que no me hablara. A Marlen
no le bastaba con saber que Claudia tenía novio y estaba comprometida. Para
ella, Claudia era una… cualquiera. Finalmente sucedió lo inevitable. Desde ese
día no he vuelto a ver a Marlen.
A la que vi hace poco
fue a Andrea. El año pasado salimos mucho. Fuimos al cine, a cenar, comer,
almorzar, pasear, de compras, correr y creo que nada más. Supongo que ella me
ve como un amigo y yo también la veo a sí, pero me puse a pensar que quizá
podíamos ser algo más. A finales de noviembre me dijo que se tenía que ir, que la
había pasado muy bien y que no quería, pero era su trabajo. La semana pasada me
envió un mensaje diciendo que acababa de llegar, que ojala pudiéramos vernos
pronto para platicar. Le dije que sí, que me avisara cuando y a qué hora y
quedo en avisarme.
Encontré a Andrea en
la entrada del cine, yo había ido con mi prima y Andrea iba con toda su
familia. Me abrazó como si tuviera once meses sin verme, je. Me dijo que ella
me avisaba que día nos veíamos porque estos días estaba disfrutando a su
familia y atendiendo unos pendientes laborales. De hecho, había salido a
atender una llamada afuera porque había mucho ruido. Le presenté a mi prima, le
conté que película habíamos entrado a ver y se lamentó porque su familia quería
ver la película de moda. Seguro es un churro, pero esa quieren ver, me dijo.
Esa noche me puse a
escribir. Y si digo que no pude dormir es solo para rayar en la cursilería. Lo
que si pasó es que me puse a escuchar música y a pensar. No puedo decir todo lo
que pensé porque ni yo me acuerdo. Lo que sí puedo decir es que he pensado
mucho en mi futuro. Y también un poco en el pasado, en todas esas cosas que ya
no hago y que me gustaba mucho hacer. Jugar futbol, por ejemplo. Aquellos días
que leía sin parar. Los días nublados, los días soleados. Cuando mis ideas eran
más radicales. Cuando no quería ser como mis padres. Cuando la vida parecía ser
más fácil. Cuando no me importaba el dinero. Cuando iba a conciertos. Cuando
conocí a Rebeca. Sobre todo cuando conocí a Rebeca. ¿Dónde estará? En eso me acordé
de mi álbum de fotos y lo tomé de mi librero. Esa noche la terminé sumido en la
nostalgia.