lunes, 10 de octubre de 2011

Verano.

Se nubla y aclara después. Así ha estado toda la mañana. No sé qué música escuchar. Estoy en duda entre algo tranquilo o que me ponga a cantar. Tengo poca música y acceso nulo a internet. Me estoy empezando a aburrir. Tengo todo desordenado, por ahí empezaré. Espero que en la tarde no llueva. Andrea y yo tenemos planeado salir. Se nos ocurrió una idea que estaremos llevando a cabo los primeros quince días de este mes. Nos comunicaremos como a principios de los años noventa, es decir, sin celular e internet. Nuestros únicos medios disponibles son el teléfono fijo, las cartas y las visitas a domicilio. Suena divertido, interesante y nostálgico. También puede sonar absurdo, pero no nos importa. Si seguimos siempre en lo mismo caeremos en una profunda monotonía. Nuestros sentimientos se volverán rutinarios. Y el aburrimiento terminará por sentenciar nuestra relación.

Hace mucho que no escribo por iniciativa propia. De no ser por la escuela no usaría libreta y lapiceros. Ya todo se hace en la computadora. Ya me estoy acostumbrando a usar el teclado en vez de un lápiz. No estoy para reflexionar si está bien o mal. Si la tecnología nos hará inútiles y terminaremos autodestruyéndonos. Todo esto suena muy complicado cuando tengo que pensar en las cosas que le escribiré a Andrea. Ya quiero verla. Solo sus fotografías me salvan, me alivian, calman mi corazón acelerado.

Tengo un trabajo difícil. Pequeños detalles que no quiero tirar a la basura y prefiero archivar. Este semestre se fue muy rápido. Los apuntes de mercadotecnia ya nos los ocupare el próximo curso. Voy a leer a Isabel Allende. Después… no sé, lo elegiré al azar, tengo mucho que leer. Tengo muchas cosas que hacer, espero que el verano sea tiempo suficiente.

La verdad lo he pensado, no sé cuando es el momento oportuno para decírselo, quizá no hay momento adecuado. Cualquier momento es buen momento. Al menos se que no en este año ni el próximo. Tal vez dentro de tres. Aun falta que terminemos la escuela, que encontremos trabajo y un lugar dónde vivir. Quizá nuestros padres nos faciliten algunas cosas, pero en teoría, los dos tenemos que hacer nuestra vida.

En cierta parte, me aterra. Solo ella y yo. En nuestras manos estará el futuro de los dos. Aun así se que será una experiencia maravillosa. Algo que quiero vivir. Mi mente empieza a divagar e idealizar algunas cosas. Pero en todas las escenas que pasan por mi mente hay un común denominador: nuestra felicidad.

Quiero perderme en estos pensamientos. Quiero vivirlos. En un impulso abandono todo para estar con Andrea, sin embargo hay que aquietar el corazón pues no solo las emociones están involucradas. Se necesita un poco de planeación que conjugado con el amor no raya en la perfección pero si en algo que se le parece.

No puedo esperar hasta la tarde. Es algo insoportable. No debí pensar y dejar de concentrarme en las cosas que tengo pendientes. Ahora parece que hay mucha luz en la habitación, hasta las canciones tristes suenan mejor y parece que el sol le ha ganado la batalla a las nubes. Tengo que apurarme, amor mío, nos veremos por la tarde.