domingo, 10 de noviembre de 2019

Sin ti


No fue la mejor época, emocionalmente hablando. El trabajo, los amigos y mis actividades diarias, semanales y mensuales fueron de gran ayuda para no pensar en ti. El problema surgió con la llegada del penúltimo mes del año. Seguí haciendo exactamente lo mismo, solo que esta vez tu recuerdo poco a poco se fue filtrando en mis actividades. Te veía y escuchaba en cualquier mujer. Todo estaba infestado de ti.

No me quedó de otra más que vivir con tu recuerdo. Aunque, más que recuerdo, le puedo llamar ilusión. Esa pequeña lucecita de esperanza que constantemente me engañó haciéndome creer que podríamos volver a estar juntos. Creí que esa luz se había apagado para siempre. Ahora me doy cuenta que no, sigue ahí y quizá venga a atormentarme de vez en cuando. Hace mucho que no se de ti. Hace mucho que perdí contacto con tu vida. Seguramente eres feliz. Seguramente alguien está contigo. Esto último no quiero saber, al menos no en este momento de tristeza y debilidad.

Alegría y tristeza hay en mi rostro, no sabía que podía tener las dos emociones en mi rostro. Desde el punto hasta esto que escribo hubo una pausa enorme, pausa que usé para poner música, acostarme y abrazar mi almohada e imaginar que estabas aquí. Y recordar los momentos que ahora me parecen un sueño y no algo que viví.

jueves, 10 de octubre de 2019

Escribir por encargo


Estoy en una sala de estar. Los que me conocen, saben que no me gusta esperar, sin embargo esta es una excepción que hago con mucho gusto porque no todos los días se puede hablar con Ernesto Estrada. Mucho tiempo tratando de arreglar una cita con él para una entrevista hasta que por fin pudimos coincidir. No obstante, un imprevisto familiar le ha impedido llegar a la hora acordada. Su secretaria me ha pedido disculpas y me ha dicho que si no me molesta esperar de 20 a 30 minutos, el señor me atenderá. De lo contrario puede hacerme una cita el día jueves y no tengo ningún inconveniente en reunirme con él ese día, solo que ya no quiero esperar.

Desde joven, a Ernesto le gusta escribir. Un día, su amigo Carlos quería darle un regalo a su novia, solo que también tenía la intención de escribirle algo, pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Ernesto solo conocía a la novia de su amigo por las pláticas que habían tenido anteriormente. Eso fue suficiente para escribirle un par de líneas que salvaron a su amigo del atolladero en que se encontraba. La noticia se regó entre sus amigos que le solicitaron cartas, poemas, frases, dedicatorias, acrósticos y demás detalles románticos que sus amigos no podían tener.

Quiso vender lo que escribía, no sabía cómo. Sus amigos le pagaban con cenas, caguamas o el arbitraje de algún partido de futbol. Tenía la idea de que podía hacer dinero con lo que escribía, solo que no tenía la seguridad. Ese problema lo resolvió pensando que además de lo que escribía, unas flores que acompañaran el texto, hacían el detalle perfecto. Puso una florería que les ofrecía a sus clientes no solo regalar el detalle de unas flores, sino también algo escrito que hicieran esas flores algo irresistible para cualquier mujer. Para Ernesto no era necesario conocer a la novia, esposa, prometida de cada cliente. Eso lo resolvía preguntando el nombre, la edad, fecha de nacimiento, lugar en el que se conocieron y el motivo de las flores. Además, que el cliente hable de su pareja máximo 5 minutos. Ahora tiene florerías por todo el país.

Hay revistas en una mesita lo cual se me hace un poco “antiguo”. En los últimos años, lo máximo que me han hecho esperar son 10 minutos. Irónicamente donde menos espero es cuando voy a cortarme el cabello. Lo que aun no puedo evitar es escribir cuando tengo que esperar.

martes, 10 de septiembre de 2019

10 años


Cinco días nublados de forma consecutiva me provocan nostalgia. No quiero salir, lo único que quiero es ver televisión, escuchar música y recordar épocas pasadas. También me da por  escribir. Esta actividad la tengo olvidada. Solía escribir de manera recurrente, sobre todo cuando había problemas familiares en casa y vaya que nos gustaban los problemas. Ahora todo ha cambiado. En esencia creo que sigo siendo el mismo de hace diez años, la única diferencia es que no me detengo a pensar en lo que hago, lo que hice y lo que haré. Si, caí redondito en esto que llaman rutina, en eso de ser adulto. Viviendo el día a día casi casi como un robot. Sin pensar mucho porque mi tiempo libre lo ocupo para dormir, lavar, hacer aseo, ir a comidas familiares, sacar la basura, salir con amigos, ir al cine, ver una serie o película y ya. Años sin leer un buen libro, años sin cuestionarme quien soy y para que vivo.

El pronóstico del clima falla mucho. Días en lo que se esperaban lluvias y la lluvia nunca llego. Días soleados en los que en un abrir y cerrar de ojos se nubla y comienza a llover, para que en dos horas el sol este a todo lo que da de nuevo. Y ahora hay una tormenta tropical y por alguna extraña razón no quiero trabajar. Quiero quedarme en casa y dormir. Como cuando iba a la universidad y había suspensión de clases. ¿Por qué no puede haber eso en el trabajo? Si, definitivamente debo tomar vacaciones. Irme a las islas Fiji, la Patagonia, Islandia o algún lugar tranquilo para descansar y reflexionar. Me hace falta.

domingo, 10 de marzo de 2019

Indecisión


La mañana del 08 de octubre ella todavía seguía pensando. Tenía la posibilidad de decir que no, pero también pensaba en el sí. No pensaba nada más que en la respuesta que iba a dar.
Si.
No.
No.
Si.
Casi como subrayar la respuesta correcta o dejarlo a un de tin marín. Pero era un asunto serio que no debía dejar al azar. Enamorada ya estaba, lo que no quería era que le rompieran el corazón otra vez. Y es en esta reflexión que la vida se le iba. No puede ser todo color de rosa, se decía. Pero no quería verse a futuro llorando con la cara hundida en la almohada. 44 años después, ella se levanta temprano y se mira al espejo. Se mira por espacio de dos minutos y súbitamente el recuerdo de 44 años atrás la atrapa. Recuerda algunas cosas que pensó, que sintió. Solo sonríe y regresamos de nuevo al presente, con la protagonista de esta historia pensando, consultando el horóscopo y tratando de poner su atención en algo más que una respuesta.
Lo vio por primera vez caminando por la avenida principal. Ella lo vio, él no. Algo en su forma de caminar, algo en su rostro. Algo que ni ella misma sabía que. La segunda vez que lo vio, él paso como si ella no existiera, no porque ella no existiera en verdad, sino porque él iba distraído. Fue hasta la quinta vez que lo vio cuando él por fin posó sus ojos en los de ella. No de manera despectiva, no de manera lasciva, más bien como alguien que ve a otra persona y nada más.
Todo se complicó. Porque muchas veces las cosas se complican como si esto fuera una telenovela. No lo es. Es la vida real y suele suceder que la vida no es como en la televisión, sea película, serie o telenovela lo que uno esté viendo. Como ya dije, no hubo flechazo instantáneo, amor a primera vista. Y cuando las cosas estaban para ser felices, ella dudaba si decir sí o no. En la televisión no dudan y desde los primeros minutos de lo que sea que estemos viendo, ya están enamorados. Que después surja un villano que los quiera separar, que la carta que él le escribió ella no la recibe y en lo único que puede pensar es que la abandonó, que no pueden volver a verse porque no puede entrar de nuevo al país por haber violado el tiempo de estancia que marca la visa, que ella es pobre y él rico, que ella es rica y él pobre, que esto, que el otro, etcétera. Pues bien, en esta historia ella duda.
Y la duda la carcome, la amenaza, la sofoca, que prefiere no pensar, no actuar y decide dejar todo en manos del destino, lo que sea que eso signifique. No va a lanzar una moneda al aire. No va a escribir en dos papeles pequeños ambas respuestas y seleccionar una de ellas. Lo que ha decidido es hacer nada. Dejarse llevar por esa frase: “Lo que va a pasar, va a pasar.” Así que ella no dará respuesta alguna. Bueno, el silencio será su respuesta. Y ya.