La señora N engañó a
su esposo. La noticia no hubiera cobrado mayor relevancia de no ser porque esta
ciudad es muy pequeña. No recuerdo desde cuando el lugar donde vivo es una
ciudad, sin embargo y a pesar de sus 15 mil habitantes, sigue siendo un pueblo.
Si esto mismo sucediera en una ciudad como Guadalajara, Monterrey o el Distrito
Federal (que ahora se llama ciudad de México), la noticia solo hubiera sido
relevante para la familia, la cuadra, incluso para la colonia donde vive la
señora y de ahí, a nadie más le hubiera importado. Pero no es el caso y todo
mundo se enteró que la señora N engañó a su marido.
Cualquier engaño en
esta ciudad es escandaloso. Y este lo fue más por dos razones. La primera de
ellas se debe a que la señora N tiene 45 años y a pesar de ser joven aun, la
etiqueta de señora, casada, con tres hijos, lo hace políticamente incorrecto,
moralmente incorrecto. Se tiene tolerancia cuando sucede entre jóvenes. De 30 a
35 años es “normal”. Pero cuando quien engaña supera esta edad, las personas
juzgan como si el mismo diablo fuera quien perpetró la infidelidad. La segunda
razón se debió a que es mujer. En un hombre es “normal”, pero criticado de
cualquier forma. ¿Pero una mujer? Eso no está bien visto, no en el lugar donde
vivo.
De cualquier manera está mal, se trate de una
mujer o un hombre. No hay necesidad de llegar a eso. Engañar es engañarse a sí
mismo. Es autodestruirse. Si algo está mal en la relación la tiene que rescatar
los dos involucrados. Si no se puede y no hay más remedio que separase, el divorcio
será inevitable. Entonces puede conocer a alguien más o seguir en soledad. Pero
involucrarse con alguien más estando casado, está mal, sin importar si es el
hombre o la mujer quien engaña.
¿Por qué estoy
pensando en esto? Ni si quiera me consta que la señora N engañó a su marido.
Solo es una noticia que anda circulando de boca en boca. La señora N y su
marido siguen (o al menos así lo veo) igual que siempre. Las apariencias
engañan, probablemente. Pero la verdad a mí ni me beneficia ni me afecta la relación
de la señora N., me dejé llevar por lo que dice la gente. Quizá si tengan razón
o quizá la vieron platicar con alguien y por el simple hecho de platicar con
una persona ya está engañando a su marido. De cualquier forma, ya no debo
pensar en esto. Ya gasté mi tiempo en algo que no es de mi incumbencia. Supongo
que el chisme es inherente al ser humano. Como sea, mejor voy a ver que están
pasando en la televisión.