jueves, 10 de septiembre de 2020

De solo pensar en lo que sigue

 

Parece 2006. Bien puede ser una época de mi infancia que no recuerdo del todo, allá por 1994. Cuando escribo no se en que año estoy, ni en qué día, ni qué hora es. Últimamente me pasa mucho. Empiezo a escribir y me sigo con una facilidad que nunca había tenido. Hay muchas historias en mi mente. Escribo cada una de ellas. En la radio suena una canción. Una canción que solía escuchar cuando iba en la secundaria. He estado pensando en mi autobiografía. Debo escribirla. Es hora de que el mundo conozca cosas de mí que solo mi familia y amigos saben. En realidad, no hay mucho que decir. No voy a adornar nada. Las cosas como son. No puedo creer que Isabel se va a vivir a Italia. Ahora si me siento viejo. Nunca quise ser pesimista en mis letras. Soy buen pesimista. Hubiera tenido más lectores de haber seguido esa línea. En cambio, preferí que me compararan con Paulo Coelho. Preferí la felicidad a mi manera. Una casa, una esposa, tres hijos. Un escritorio pequeño y uno grande. Un sillón para leer. Salir a correr en las mañanas. Sentarme en el parque de vez en cuando. Aislarme del mundo un fin de semana si, tres no. Y escribir. Escribir hasta que anochezca.

Escucho música. Me gusta mucho. Manejar y escuchar música es una gran combinación. Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños fuimos de vacaciones a Ensenada. Se me ocurrió rentar un auto y dar algunos paseos en coche. La mejor vista la obtuvimos del mirador Rosario a Ensenada. Íbamos escuchando Sharon Van Etten. En un momento dado lo único que quería era ver el paisaje. Dejar de manejar y que le salieran alas al coche. No puedo creer que ya pasaron varios años. Ya estoy más para acá que para allá, como decían hace mucho tiempo. Pronto llegará el otoño. María y yo regresaremos a México el próximo mes. Queremos pasar noviembre en casa.