- Deberíamos tener una canción.
- Es cierto. ¿Cuál podría ser?
- Es lo que estoy pensando.
- ¿Qué gustos musicales
tenemos en común?
- Ese es el problema.
Quedan pocos minutos
para que el sol se oculte. Contrario a días pasados no está haciendo frio. María y José, que en realidad así no se
llaman, caminan por la calle. A simple vista y a lo lejos nadie podría jurar
que son novios. Se ven como dos personas que platican mientras caminan, nada
más. Sin embargo, unos minutos después, José toma de la mano a María y ella
inmediatamente se acerca a él y lo abraza. El movimiento hace que se suelten de
la mano, pero eso es un simple detalle sin importancia. Para cuando están
abrazados nadie los está observado. Es algo muy curioso pues la calle donde
están es amplia, pero no hay nadie más que ellos. José ama a María. María ama a
José. Es todo lo que un ser humano pide, que la persona que uno quiere también
lo quiera. Todo se reduce a eso. No hay nada mejor que encontrar el amor a
medida, dice una canción de Joaquín Sabina.
- Qué te parece si hago una
lista. Mejor te las grabo en un disco, las escuchas y me dices que te parecen.
- Si, está bien. También te
doy un disco con mis canciones.
Ninguno de los dos
tiene prisa. Si por ellos fuera caminarían por la calle eternamente. Pero María
tiene que llegar a casa y camina sin prisa, evitando a toda costa el momento de
separarse de José. Curiosamente cuando terminan de abrazarse y continúan su
rumbo, la gente vuelve a aparecer, los automóviles vuelven a pasar.
- Si nos llegamos a casar,
¿cómo será nuestra vida?
- A que te refieres.
- A nuestra vida diaria.
Despertar, ir a trabajar, regresar a casa, preguntarnos uno al otro como nos
fue en el día, ver televisión y dormir. Sin mencionar otras cosas que estoy
pensando. ¡Ah! ¿Porque me pegas?
- Sucio.
- ¡Pero ni siquiera te dije
que es lo que estoy pensando!
- Pero es obvio.
Bien se podría acabar
el mundo en este momento para ellos. Son felices. Eran felices hace unos días
atrás, van a ser felices los días que vendrán. Lo tienen todo y no tienen nada
a la vez. Son como el día y la noche, como el agua y la tierra, como dos caras
de la misma moneda.
- Bueno, hemos llegado.
- Sí. ¿Y si nos regresamos?
- Qué más quisiera, pero ya
tengo que entrar.
- Espera un momento.
- Por mi me quedaría contigo
toda la vida, pero sabes que no puedo quedarme a platicar.
Lo que sucede a
continuación no lo tengo ni porque escribir. Seguramente han visto como se
despiden los enamorados en las películas. Cada quien imagine la despedida que
más le guste. Con las palabras y las sonrisas que más les agrade. Con la música
de fondo de su preferencia. Eso sí, el “nos vemos mañana” más emotivo que
puedan imaginar, que casi se les rompa el corazón, que las lagrimas se les
lleguen a escapar. Solo agreguen dos detalles. José se despide con la mano
izquierda. María con la mano derecha.