¡A quien engaño! Si
todo lo que escribo lo escribo pensando en ti. Por eso escribo con cuidado, por
eso no invento historias como antes, para que no pienses que mi vida es así.
Escribo como si me fueras a leer; para que no me reclames.
No aclaro todo esto
para decirte que ya no voy a escribir pensando en ti. No sé si así seguiré por
el resto de mi vida o en algún momento mis palabras ya no serán para ti.
¿Sabes? Quisiera escribirte para siempre, que seas la fuente de mi inspiración
eterna. También a veces me da por imaginar que nos conocemos de mucho tiempo
atrás. Me hubiera gustado conocerte de niño. Ojala hubiéramos ido a la misma
primaria. Seguramente desde entonces me hubiera enamorado de ti. Por cierto, el
otro día leí una frase que dice que cuando uno se enamora a primera vista es
porque esa persona fue nuestra pareja en otra vida. Algo así. Por que al menos
así me pasó, en el momento que te vi por primera vez me enamoré. En ese
instante quise saber tu nombre, quería saber cómo volver a verte de nuevo.
Incluso pensé en presentarme aunque no me conocieras.
Es aquí donde dejé el
lapicero y los recuerdos me invadieron. Cerré mi cuaderno y me fui a la azotea
a ver el atardecer. Imaginé que tú también estabas viendo el cielo en ese
momento y que te preguntabas en donde estoy. Pero mi pensamiento era demasiado
cursi y sabes que no me gusta serlo. Luego caí en la realidad y el golpe fue
duro. Por eso me regresé a escribir porque ahí podemos platicar sin que nadie
nos moleste.