No fue la mejor
época, emocionalmente hablando. El trabajo, los amigos y mis actividades
diarias, semanales y mensuales fueron de gran ayuda para no pensar en ti. El
problema surgió con la llegada del penúltimo mes del año. Seguí haciendo exactamente
lo mismo, solo que esta vez tu recuerdo poco a poco se fue filtrando en mis
actividades. Te veía y escuchaba en cualquier mujer. Todo estaba infestado de
ti.
No me quedó de otra
más que vivir con tu recuerdo. Aunque, más que recuerdo, le puedo llamar
ilusión. Esa pequeña lucecita de esperanza que constantemente me engañó
haciéndome creer que podríamos volver a estar juntos. Creí que esa luz se había
apagado para siempre. Ahora me doy cuenta que no, sigue ahí y quizá venga a
atormentarme de vez en cuando. Hace mucho que no se de ti. Hace mucho que perdí
contacto con tu vida. Seguramente eres feliz. Seguramente alguien está contigo.
Esto último no quiero saber, al menos no en este momento de tristeza y
debilidad.
Alegría y tristeza
hay en mi rostro, no sabía que podía tener las dos emociones en mi rostro.
Desde el punto hasta esto que escribo hubo una pausa enorme, pausa que usé para
poner música, acostarme y abrazar mi almohada e imaginar que estabas aquí. Y
recordar los momentos que ahora me parecen un sueño y no algo que viví.