De regreso a casa me
doy cuenta que llovió. Por la ventanilla miraba el cielo encapotado mientras
reflexionaba sobre mi vida y otras cosas. Surgieron algunas ideas dignas de ser
anotadas. Lamentablemente no llevaba ningún lapicero conmigo y no pude tomar
nota de nada. Por más que intenté escribir lo que pensaba en mi celular, los
pensamientos volaron. Es como si fuera imposible escribir los pensamientos. Al
momento de querer escribirlos, se van. Apenas suelta uno el lápiz y los
pensamientos regresan. No lo entiendo.
Esta noche no estoy
haciendo lo que acostumbro a hacer la mayoría de las noches: distraerme. En
esta ocasión encendí la computadora para ponerme a escribir. ¿De qué? De lo que
sea. Mas de mi vida personal que de otra cosa. Es como si tuviera que decidir
el rumbo de mi vida. No estaría mal sacar mis objetivos en este momento y hacer
un plan de vida. ¿Cuántos objetivos lograré cumplir? Ya parece que estoy
escuchando voces a mi alrededor: “cumplirás todos los objetivos que quieras
cumplir”. Parece fácil y puede que realmente lo sea, pero la verdad no quiero
pensar demasiado en esto. No hoy. No esta noche.
Es mejor que no
continúe con estas reflexiones que lo único que voy a conseguir es ponerme
nostálgico. Será mejor que piense en otra cosa. Será mejor que escriba algo que
no tenga que ver conmigo. Escribir, por ejemplo, la historia de un tornillo que
busca su tuerca. La historia de cenizas que quieren volver a ser como antes. La
historia de un niño que pese a las adversidades logra salir adelante. La
historia de un diccionario abandonado. La historia de una vieja sudadera
guardada en un closet. La historia de una botella de agua guardada en un
refrigerador de una tienda que un día la sacan, la tiran a la basura y el señor
del camión recolector accidentalmente la dejó caer de la bolsa y quedó a orilla
de la banqueta. Un grupo de jóvenes la
usaron de balón de futbol, por lo que fue dar a cuatro cuadras. Ahora, tiene
que regresar. La historia secreta de la historia secreta. La historia de…
Mañana tengo que ir
al centro. Voy a comprar unas espinilleras. Tal vez camine por unas cuantas
cuadras antes de tomar el bus de regreso a casa. Hace mucho que no voy al cine.
Tengo un par de películas en casa que no he visto porque duran más de dos horas
y exactamente a las diez ya me da sueño. No me gusta ver películas a medias. Es
por eso que me esperaré a un fin de semana para poder verlas.
No creo que llueva en
la noche. Ya se pueden ver algunas estrellas. Recuerdo que de niño veía mucho
el cielo. Ya mero van a dar las diez y el sueño se va a presentar. Siempre se
presenta de manera puntual. Aquí termino. Otro día reviso mi texto y veo que le
falta o sobra. Sí, me hizo falta hablar de ti, pero, ¿qué puedo decir?