Hay muchas cosas que
quiero escribir. La verdad es que no sé por dónde empezar. O empiezo y después
ya no sé como continuar. Así tengo tres historias, una de amor, una de policías
y otra del olvido. El día de ayer encontré a un viejo amigo que hace mucho no
veía. Estuvimos platicando cerca de dos horas. Me contó que sigue con Rosa,
pero aun no tienen planes de casarse. “Así estamos bien. Ella quiere hacer
cosas, yo también. Y ya no hemos hablado mucho del tema. Vivimos el día a día.
Lo más que hemos planeado es que al cumplir los treinta vamos a vivir juntos.
¿Casados? No lo sé, no queremos pensar en eso aun. Si por nosotros fuera
viviríamos en unión libre, pero mi mamá y la familia de ella (su mamá,
hermanas, tías, primas) quieren que haya boda. Creo que Rosa también lo quiere,
pero no al grado de como lo quiere su familia. Es decir, quiere una fiesta sin
tanta parafernalia. En eso coincido con ella. Mi idea de vivir en unión libre
es que solo vamos a hacer una comida con ambas familias y amigos. No es que sea
codo y no quiera gastar solo que en estos tiempos las cosas cambian. Bueno, si
Rosa tuviera esa ilusión de casarse por la iglesia por supuesto que lo haría,
pero no la tiene. Esos miles de pesos que gastaríamos en la fiesta, bien los
podemos ocupar en algo más. Comprar una casa, muebles o simplemente para los
gastos diarios”.
Perdimos la noción
del tiempo. Me tomé dos cafés americanos y él seguía con el capuccino “De lo
que hemos hablado mas es de tener hijos. Tenemos muchos pros y contras. Más
cosas en contra que a favor. La verdad no estoy preparado para ser papá, pero
si me gustaría tener hijos. Al menos uno, niño o niña. Lo que Dios nos quiera
mandar, je. No sé si la humanidad ha evolucionado o no. Lo digo porque tener
hijos es una gran responsabilidad y muchos de mis amigos y conocidos están en
las mismas, piensan si tener hijos o no. Y los que tienen ya no quieren tener
más. Aunque confiesan que sí, que tendrían más, pero la vida cada vez está más
cara. A eso me refiero. Me cuentan que la vida te cambia y ya no ves las cosas
como antes y trato de imaginar esa parte de mi vida. La parte que más me
preocupa es la seguridad. Cuando mi hijo vaya a la escuela que esté bien al ir
y regresar, que no le pase nada. Tal vez no debería estar pensando en esto,
pero ya sabes que siempre me voy mucho a futuro. Por eso no hemos planeado
tanto lo que vamos a hacer. Aun así, si quiero ser papá”.
Pedí una rebanada de
pastel de manzana para acompañar mi tercera taza de café. Mi amigo pidió un
pastel de chocolate. “Rosa también tiene ideas similares, pero ella si quiere
tener un hijo, después de terminar la maestría. No me lo ha dicho con esta
claridad con la que te lo cuento. Después de dos años juntos ya he aprendido a
interpretar muchas indirectas y cosas que me dice sin decir. Además de muchas
otras cosas”. Fue entonces cuando me tocó hablar a mí. Le conté de mi familia,
a quienes había visto, de mis proyectos personales y que últimamente tengo
problemas con Carla. De esto último me dio su opinión.
Como último tema
platicamos de la rutina. Recordamos los días en la universidad y coincidimos
que temas que no nos preocupaban entonces ahora los vemos de otra manera.
Finalmente Arturo vio su reloj y dijo que ya era tarde. Tenía que pasar a la
farmacia a comprar unas cosas y marcarle a Rosa. Quedó de marcarme para ir por
unas cervezas la próxima vez.