jueves, 10 de enero de 2013

Hoy.


Ayer pensamientos suicidas, no querer tener contacto con la gente, no querer saber nada de la vida. Caminaba como quien va con rumbo a ninguna parte. Cabizbajo, sin ánimo, con la única idea de llegar a casa para seguir sumido en esta depresión. A leguas se le nota la furia, la ira y el miedo en el corazón. Todo el tiempo de malhumor, todo le irrita, todo le molesta y se contiene para no mentarle la madre a su emisor/receptor en este proceso de la comunicación que él se niega a cerrar. Hace como que escucha. Hace como que habla. Pero el miedo y la nada poco a poco le ganan la batalla.

Se ha dejado crecer la barba, su apariencia poco le importa y su aseo personal puede empeorar. Últimamente duerme vestido. Su habitación, toda desordenada, solo refleja su interior.

Hoy, todo sigue igual. La misma rutina de todos los días. El mismo pesar al levantarse, las maldiciones porque ya se le hace tarde. El querer evadir el saludo de todo aquel que pasa enfrente. Sentarse y revisar las actividades del día. Solo que en esta ocasión, un sobre cerrado, sin remitente, lo sorprende. El no dejó eso el día de ayer, tampoco espera información y mucho menos en un sobre. Mira a su alrededor como intentando preguntar quién lo dejó o si es de alguien, pero desiste y lo abre. Una tarjeta pequeña con una sola palabra: “gracias”.

“¿Gracias por existir? ¿Gracias por ser como eres? Gracias porque, de qué. ¿Quién dejó esto aquí? Seguramente no es para mí. No le he hecho ningún favor a nadie. Y lo que es peor, solo una palabra. Si tan solo hubiera dicho gracias por las flores, gracias por el regalo, gracias por tus atenciones; entonces sabría claramente que no es para mí. De hecho estoy convencido de que no es para mí, sin embargo…”

Algo cambia. No se ve más animado, pero su actitud empieza a mejorar. Es como si su energía positiva regresara. Y así empiezan a pasar las horas. Al salir del trabajo, está más tranquilo, más relajado. Mira el cielo, las luces y todo a su alrededor. Parece más despierto, más atento. Sigue siendo él, pero no el mismo de la mañana ni de días pasados. El sobre lo guardó en su portafolio que ahora se encuentra entre la póliza del cheque 1673 y la factura AA 2356 para construcciones DISA. Mira su reloj y empieza a caminar.