Ayer pensamientos
suicidas, no querer tener contacto con la gente, no querer saber nada de la
vida. Caminaba como quien va con rumbo a ninguna parte. Cabizbajo, sin ánimo,
con la única idea de llegar a casa para seguir sumido en esta depresión. A
leguas se le nota la furia, la ira y el miedo en el corazón. Todo el tiempo de
malhumor, todo le irrita, todo le molesta y se contiene para no mentarle la madre
a su emisor/receptor en este proceso de la comunicación que él se niega a
cerrar. Hace como que escucha. Hace como que habla. Pero el miedo y la nada
poco a poco le ganan la batalla.
Se ha dejado crecer
la barba, su apariencia poco le importa y su aseo personal puede empeorar.
Últimamente duerme vestido. Su habitación, toda desordenada, solo refleja su
interior.
Hoy, todo sigue
igual. La misma rutina de todos los días. El mismo pesar al levantarse, las
maldiciones porque ya se le hace tarde. El querer evadir el saludo de todo
aquel que pasa enfrente. Sentarse y revisar las actividades del día. Solo que
en esta ocasión, un sobre cerrado, sin remitente, lo sorprende. El no dejó eso
el día de ayer, tampoco espera información y mucho menos en un sobre. Mira a su
alrededor como intentando preguntar quién lo dejó o si es de alguien, pero
desiste y lo abre. Una tarjeta pequeña con una sola palabra: “gracias”.
“¿Gracias por
existir? ¿Gracias por ser como eres? Gracias porque, de qué. ¿Quién dejó esto
aquí? Seguramente no es para mí. No le he hecho ningún favor a nadie. Y lo que
es peor, solo una palabra. Si tan solo hubiera dicho gracias por las flores,
gracias por el regalo, gracias por tus atenciones; entonces sabría claramente
que no es para mí. De hecho estoy convencido de que no es para mí, sin
embargo…”
Algo cambia. No se ve
más animado, pero su actitud empieza a mejorar. Es como si su energía positiva
regresara. Y así empiezan a pasar las horas. Al salir del trabajo, está más
tranquilo, más relajado. Mira el cielo, las luces y todo a su alrededor. Parece
más despierto, más atento. Sigue siendo él, pero no el mismo de la mañana ni de
días pasados. El sobre lo guardó en su portafolio que ahora se encuentra entre
la póliza del cheque 1673 y la factura AA 2356 para construcciones DISA. Mira
su reloj y empieza a caminar.