miércoles, 10 de septiembre de 2014

Punto de partida

Llega un momento en que los escritores ya no saben que escribir. De hecho, un escritor no sabe que escribir, por eso lo hace. Si supiera escribir otro sería su oficio. Hace algunos años Miriam me dijo que uno estudia lo que más trabajo le cuesta. Y tiene razón. Es irónico, pero así es. Lo que más quiero hacer en la vida es lo que más trabajo me cuesta. “Elije el trabajo que más te guste y nunca tendrás que trabajar en tu vida”. Pero mejor hablemos de otra cosa, del clima, por ejemplo. Mis meses favoritos son octubre, noviembre y diciembre. El cielo se empieza a despejar, la temporada de lluvias termina y la nostalgia de fin de año se asoma. Y cambiamos la forma de ver el mundo, los pensamientos nos invaden (en sus versiones optimistas y pesimistas). Estamos pendientes de la navidad, los regalos, terminar el año de la mejor manera, las posadas, en fin, todo es fiesta. No lo había pensado, pero el otoño es mi estación del año favorita.

Llega un momento en la vida en que todo se repite. La historia es cíclica. Mi teoría es que cuando algo no se repita, pasaremos a otro nivel. Debo ahondar más en este pensamiento para hacer una hipótesis o toda una teoría. Quizá me gane un aplauso o en el mejor de los casos algún premio. Además de la admiración y el reconocimiento de… ¿el pueblo en general? En el fondo siempre queremos reconocimiento por las cosas que hacemos bien. Así sea una actividad ilícita. El mejor trovador, el mejor bailarín, el mejor asaltante, el mejor medico, el mejor poeta, el mejor albañil, el mejor arquitecto, etcétera.

Llega un momento en la vida en que no se puede seguir así, sin pensar, sin cuestionar lo que hacemos. Para algunos se presenta con frecuencia, para otros solo una vez en la vida. Somos seres racionales, pero a veces pensamos en otras cosas, menos en que si lo que hacemos está bien para uno mismo. Nos dejamos llevar por las expectativas que otras personas tienen de nosotros y no por las que uno tiene sobre sí mismo. O nos dejamos llevar por lo que uno quiere sin importar que eso afecte a los demás. ¡Vaya! Parece que esta tarde quiero decirle a todo mundo que vaya siempre por el camino del bien. Como si yo fuera un santo. Como si yo fuera una autoridad, pero no pretendo que reflexionen y se arrepientan, yo solo les digo que en algún momento de sus vidas se cuestionaran lo que están haciendo.

Llega un momento en la vida en que uno vuelve al mismo punto. Y todo parece un déjà vu.