miércoles, 10 de diciembre de 2014

Siempre te busqué

- Deberíamos tener una canción.
- Es cierto. ¿Cuál podría ser?
- Es lo que estoy pensando.
- ¿Qué gustos musicales tenemos en común?
- Ese es el problema.

Quedan pocos minutos para que el sol se oculte. Contrario a días pasados no está haciendo frio.  María y José, que en realidad así no se llaman, caminan por la calle. A simple vista y a lo lejos nadie podría jurar que son novios. Se ven como dos personas que platican mientras caminan, nada más. Sin embargo, unos minutos después, José toma de la mano a María y ella inmediatamente se acerca a él y lo abraza. El movimiento hace que se suelten de la mano, pero eso es un simple detalle sin importancia. Para cuando están abrazados nadie los está observado. Es algo muy curioso pues la calle donde están es amplia, pero no hay nadie más que ellos. José ama a María. María ama a José. Es todo lo que un ser humano pide, que la persona que uno quiere también lo quiera. Todo se reduce a eso. No hay nada mejor que encontrar el amor a medida, dice una canción de Joaquín Sabina.

- Qué te parece si hago una lista. Mejor te las grabo en un disco, las escuchas y me dices que te parecen.
- Si, está bien. También te doy un disco con mis canciones.

Ninguno de los dos tiene prisa. Si por ellos fuera caminarían por la calle eternamente. Pero María tiene que llegar a casa y camina sin prisa, evitando a toda costa el momento de separarse de José. Curiosamente cuando terminan de abrazarse y continúan su rumbo, la gente vuelve a aparecer, los automóviles vuelven a pasar.

- Si nos llegamos a casar, ¿cómo será nuestra vida?
- A que te refieres.
- A nuestra vida diaria. Despertar, ir a trabajar, regresar a casa, preguntarnos uno al otro como nos fue en el día, ver televisión y dormir. Sin mencionar otras cosas que estoy pensando. ¡Ah! ¿Porque me pegas?
- Sucio.
- ¡Pero ni siquiera te dije que es lo que estoy pensando!
- Pero es obvio.

Bien se podría acabar el mundo en este momento para ellos. Son felices. Eran felices hace unos días atrás, van a ser felices los días que vendrán. Lo tienen todo y no tienen nada a la vez. Son como el día y la noche, como el agua y la tierra, como dos caras de la misma moneda.

- Bueno, hemos llegado.
- Sí. ¿Y si nos regresamos?
- Qué más quisiera, pero ya tengo que entrar.
- Espera un momento.
- Por mi me quedaría contigo toda la vida, pero sabes que no puedo quedarme a platicar.

Lo que sucede a continuación no lo tengo ni porque escribir. Seguramente han visto como se despiden los enamorados en las películas. Cada quien imagine la despedida que más le guste. Con las palabras y las sonrisas que más les agrade. Con la música de fondo de su preferencia. Eso sí, el “nos vemos mañana” más emotivo que puedan imaginar, que casi se les rompa el corazón, que las lagrimas se les lleguen a escapar. Solo agreguen dos detalles. José se despide con la mano izquierda. María con la mano derecha.
  



lunes, 10 de noviembre de 2014

Arrepentimiento

Me hubiera gustado conocerte. Me hubiera gustado salir contigo y platicar. Me hubiera gustado saber que música te gusta, que libros has leído, cuáles son tus películas preferidas, que te gusta ver en la televisión, cuál es tu color favorito, si practicas algún deporte, como escogiste tu profesión, porque en esa universidad, que te motiva, en que crees y muchas otras cosas más. Me hubiera gustado saber de tu vida. Si tienes hermanos y qué lugar ocupas entre ellos. Me hubiera gustado saber qué esperas de la vida, cuál es tu filosofía. Me hubiera gustado esperarte afuera de tu trabajo. Me hubiera gustado ir contigo a tomar un café, sentarnos en la banca de un parque, caminar en la calle sin rumbo fijo, ir al cine. Me hubiera gustado verte todos los días, escuchar tu voz, perderme en tus ojos, ponerme nervioso y no saber qué decir, verte sonreír.

Me hubiera gustado comprobar si podíamos ser el uno para el otro o simplemente amigos. Quizá también hubiéramos terminado odiándonos de por vida, pero me hubiera gustado saber cuál de estas opciones nos definiría. Me hubiera gustado que entraras en mi vida. Me hubiera gustado dejarte entrar en mi vida. Me hubieran gustado tantas cosas.

Si no nos volvemos a ver nunca en la vida, estas fueron mis palabras de despedida. Cuídate y se feliz. En cambio si volvemos a vernos, espero que nos saludemos y si la ocasión lo amerita, platiquemos. Pero eso ya el tiempo nos lo dirá.


viernes, 10 de octubre de 2014

Atrapado sin salida

Las cosas cambiaron. Ahora el ambiente era optimista y muchos no se la creían. Les parecía más un sueño. Les asustaba que las cosas salieran bien, no sabían qué hacer. Extrañaban el caos, el odio, la soledad, el pesimismo y la ausencia de futuro. Buscaban formas de despertar de esta realidad, tanta esperanza no la podían soportar. Los más extremistas se empezaron a medicar, se producían el sueño para poder despertar. A los escépticos les llevo tiempo adaptarse. Finalmente, los demás seguían disfrutando todo, como si nunca hubiera cambiado nada.

No se ustedes, pero cuando supe de esto imaginaba que todo mundo actuaba como idiota. Siempre alegres, siempre amables, siempre con una sonrisa en el rostro. Pero no, todo era exactamente lo mismo salvo por una excepción: se respiraba tranquilidad. No podía tener pensamientos negativos por extraño que parezca. No por nada le apodaban “la ciudad mágica”. Tenía mis dudas que pensaba aclarar una vez estando ahí, pero al llegar me llamó la atención la arquitectura, la belleza de sus parques, la amabilidad de su gente, la cantidad de sitios interesantes y así me olvidé de mis interrogantes que salieron dos semanas después. Para entonces ya era demasiado tarde para que quisiera cambiar. Aun así lo intente sin éxito.

Si, era como estar en un sueño. Jamás me había sentido tan bien. Y si, dudaba que esto fuera real. Ya había escuchado que aquí se resolvían todos tus problemas, sin embargo, muy pocos venían a comprobarlo. Se instalaban en la ciudad, hacían sus actividades cotidianas y después de unos meses (o incluso años) regresaba a su ciudad de origen. De lo que se regresaban, la mitad conservaba su optimismo, la otra mitad lo perdía al regresar.

La decisión estaba en mis manos. Ser feliz para siempre, como en los cuentos de hadas y/o películas de Walt Disney, o vivir la vida como hasta hace algunas semanas. No había mucho que pensar, tenía la oportunidad de empezar una nueva vida. Y sin embargo, quería regresar a casa, ver a mis padres, a mis amigos, caminar por las calles que conozco. Temía mucho que si iba no pudiera regresar de nuevo. Caminé por la calle sin ir a ningún lugar, esperando encontrar una señal, esperando que algo me dijera que hacer, esperando poder tomar una decisión, esperando no sé qué. Y entonces la vi, estaba ahí, sentada en una banca.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Punto de partida

Llega un momento en que los escritores ya no saben que escribir. De hecho, un escritor no sabe que escribir, por eso lo hace. Si supiera escribir otro sería su oficio. Hace algunos años Miriam me dijo que uno estudia lo que más trabajo le cuesta. Y tiene razón. Es irónico, pero así es. Lo que más quiero hacer en la vida es lo que más trabajo me cuesta. “Elije el trabajo que más te guste y nunca tendrás que trabajar en tu vida”. Pero mejor hablemos de otra cosa, del clima, por ejemplo. Mis meses favoritos son octubre, noviembre y diciembre. El cielo se empieza a despejar, la temporada de lluvias termina y la nostalgia de fin de año se asoma. Y cambiamos la forma de ver el mundo, los pensamientos nos invaden (en sus versiones optimistas y pesimistas). Estamos pendientes de la navidad, los regalos, terminar el año de la mejor manera, las posadas, en fin, todo es fiesta. No lo había pensado, pero el otoño es mi estación del año favorita.

Llega un momento en la vida en que todo se repite. La historia es cíclica. Mi teoría es que cuando algo no se repita, pasaremos a otro nivel. Debo ahondar más en este pensamiento para hacer una hipótesis o toda una teoría. Quizá me gane un aplauso o en el mejor de los casos algún premio. Además de la admiración y el reconocimiento de… ¿el pueblo en general? En el fondo siempre queremos reconocimiento por las cosas que hacemos bien. Así sea una actividad ilícita. El mejor trovador, el mejor bailarín, el mejor asaltante, el mejor medico, el mejor poeta, el mejor albañil, el mejor arquitecto, etcétera.

Llega un momento en la vida en que no se puede seguir así, sin pensar, sin cuestionar lo que hacemos. Para algunos se presenta con frecuencia, para otros solo una vez en la vida. Somos seres racionales, pero a veces pensamos en otras cosas, menos en que si lo que hacemos está bien para uno mismo. Nos dejamos llevar por las expectativas que otras personas tienen de nosotros y no por las que uno tiene sobre sí mismo. O nos dejamos llevar por lo que uno quiere sin importar que eso afecte a los demás. ¡Vaya! Parece que esta tarde quiero decirle a todo mundo que vaya siempre por el camino del bien. Como si yo fuera un santo. Como si yo fuera una autoridad, pero no pretendo que reflexionen y se arrepientan, yo solo les digo que en algún momento de sus vidas se cuestionaran lo que están haciendo.

Llega un momento en la vida en que uno vuelve al mismo punto. Y todo parece un déjà vu.


domingo, 10 de agosto de 2014

Los matices de la soledad en una noche de verano

Vamos a cruzarnos, solía decir mi amigo al pasar al otro lado de la calle. Ya después se dio cuenta que podía interpretarse como albur y cambió sus palabras. Hace ya más de un año que no veo a mi amigo. Esto debido a que se casó y se fue a vivir a otra ciudad, en otro estado. Me acorde de él precisamente al cruzar la calle. Y no solo de mi amigo me acordé, también de Claudia. Por un momento cruzó por mi mente como un cometa, como una estrella, como una luz, como algo fugaz que quiere quedarse. Pero los recuerdos más fuertes fueron los de las vacaciones de verano. El futbol, los excesos, los amigos, los libros, las películas, la flojera, el mandar el mundo a la mierda, los sueños, la libertad, las conversaciones a altas hora de la noche donde nada era imposible, el amor, el dolor, las fotografías, las llamadas por teléfono y algunas otras cosas más que en este momento se me llegan a escapar.

Perdón por la nostalgia, pero me es inevitable recordar. Supongo que a todos nos pasa de vez en cuando. Alguna calle, algún lugar, algún libro, alguna fotografía, algún aroma, alguna frase, alguna canción nos remite al pasado. En mi caso, cruzar la calle me desató una serie de gratos recuerdos.

Así que llegué a casa, tenía frío, pero se me quitó al entrar. Encendí las luces y me fui directo a mi habitación.  Abrí la puerta y las ventanas porque se encierra el calor. Fui a la cocina por un vaso con agua. Desde ayer tengo problemas con el internet y ya lo reporté. Mañana van a pasar a arreglarlo. Por una parte está bien porque todo el tiempo estoy pegado a la computadora. Mi mundo se ha reducido considerablemente. Podría intentar robar la señal de alguno de mis vecinos, sin embargo me doy cuenta que no tengo necesidad de hacerlo. No es que sea la honestidad en persona, solo que no me voy a morir si no tengo internet. Un día más o un día menos, no pasa nada.

Es verdad que hay mucha información, muchos videos, series y películas. Demasiadas cosas para entretenerse y aprender. Pero también hay un mundo y la verdad se me había olvidado. Todos los días viviendo como un robot. Mas interesado por ver lo que los demás publican que por ver a mi alrededor. Hoy, por ejemplo, se pueden ver las estrellas. Para poder ver el cielo mejor voy a apagar las luces, poner música y acostarme en la hamaca. Quizá tome papel y lápiz para escribir. Quizá me duerma. A ver qué sucede primero.

jueves, 10 de julio de 2014

Retrospectiva

Nunca he podido escribir lo que estoy pensando tal y como lo estoy pensando. Mis mejores aproximaciones fueron en mi época de estudiante y en mi primer año de trabajo. De ahí en fuera no soy el mismo a la hora de escribir. Llego cansado a casa, quiero ver televisión; me despierto temprano y me meto a bañar para que no se me haga tarde. Los sábados salgo de trabajar y voy a comer. Doy una vuelta por el zócalo o voy a caminar. Reviso la cartelera y si hay algo bueno voy al cine. En ocasiones salgo con mis amigos. Cuando nada de esto sucede regreso temprano a casa. No me gusta hacer esto porque me siento encerrado. Y cuando hace calor no estoy cómodo. Claro que hay ocasiones que encuentro algo bueno en la televisión y me sigo hasta las diez u once de la noche. Los domingos me despierto tarde y la verdad no me da ganas de hacer muchas cosas, solo pienso en descansar. Apenas y me da tiempo de limpiar mi habitación y cuando me doy cuenta, el domingo se acabó. Al otro día hay que trabajar. ¿A qué hora voy a escribir?

Hace mucho que no veo a… ni siquiera le pregunté su nombre, la cagué. Fue amor a primera vista. Ella estaba delante de mí en la fila del banco y me gustó. Iba a escribir que me enamoré, pero eso es muy de telenovela. Uno se enamora cuando trata a la persona y no al verla por primera vez. Pero bueno, no quiero dar definiciones ni meterme en camisa de once varas. Ella estaba adelante y sabía que tenía que decirle algo. Le pedí un lapicero. Le dije que la fila no avanzaba, que en este banco siempre se tardan y que es mejor tener una cuenta premier para no hacer cola. Ella sonrió con algunas de mis ocurrencias. Le dije que la publicidad en la pantalla era ingeniosa, cuestioné el porqué un banco promociona una película y cuando me di cuenta ella era la siguiente en pasar. Casi inmediatamente me llamaron a mí, pero ella no se tardó mucho y se fue. Yo aun seguía ahí y cuando hice todas mis operaciones bancarias salí corriendo.

No la encontré. Vi que dobló a la derecha y fui para allá, pero ya no la vi. Por estar hablando de cosas no le pregunté su nombre, donde trabaja, su número telefónico. ¡Nada! Dicen que  cuando dos personas están destinadas a estar juntas se encontraran al final del camino aun tras mil tropiezos. Durante mucho tiempo creí eso. Creí que podía encontrarla en el centro, cerca del banco, en el banco, en el cine, en la calle, en el autobús, en el centro comercial, en internet, pero no, nada de nada. Hasta la fecha a veces me siento como un tonto. Fue como estar solo frente a la portería y fallarla.

Hace poco soñé que ella se iba a casar. Mi tía la invitó a la casa para su fiesta de cumpleaños. Ella se quedó en la habitación que está cerca de la cocina. Mi tía nunca dijo quien era, ni donde la conoció. Yo sabía que estaba ahí, pero no la veía. Estábamos en la misma casa y no nos encontrábamos. De ponto estaba abierta la puerta de su habitación y mi tía entró. Sobre su cama estaba una invitación de boda. Mi tía la vio y dijo que se iba a casar. No dijo cuándo, dónde y mi tía no se sintió ofendida que no había sido invitada.

Lo siguiente que sucedió es que me puse triste, muy triste y salí de ahí. Corrí por el corredor de un portal y cuando me di cuenta ella venía atrás de mí con su vestido de novia y un sombrero blanco. Pasó a mi lado con gran indiferencia, como dice la canción. Cuando me di cuenta ya estaba frente a la puerta de la iglesia y vi como ella entró y ya la estaban esperando. El novio vestía de saco gris y tenis. Todos ahí estaban felices, pero no alcance a ver si ella también. Todos se tomaban fotos y salí de ahí. En eso me desperté y me sentía triste.

No sé porque soñé eso. No sé si significa algo. ¿En verdad los sueños tienen interpretación? He visto que venden libros sobre el significado de los sueños. En internet puedo buscar:


  • Que significa soñar con una mujer vestida de novia con sombrero.
  • Que significa llorar por ver a una mujer vestida de novia con sombrero.
  • Que significa soñar con una mujer vestida de novia con sombrero y el novio vestido de saco, short y tenis.
  • Que significa soñar que mi tía invita al amor de mi vida que días después se va a casar y llevará sombrero.
  •  Que significa soñar con una mujer que no conozco, pero que me gusta, vestida de novia con sombrero blanco.


Es todo lo que se me ocurre por el momento. Lo podría buscar, pero no quiero. Quizá me diga que significa buena suerte o mala suerte, que pronto me voy a casar o que nunca me voy a casar, que ella es la persona indicada para mí, que la estoy extrañando o quiero ver a esa persona, que ella me extraña o quiere verme. Esto último no esta tan mal pues si quiero verla. Ojala la encontrara de nuevo. Ella es muy bonita.

Siempre me distraigo al escribir. Empiezo con una idea y termino hablando de otra cosa. Sucede más ahora que en mi época de estudiante y mi primer año de trabajo. Muchas cosas suceden más ahora que antes. Y muchas otras más ya no pasan.

martes, 10 de junio de 2014

Día siete

Despierto.

Por mi ventana se mete la luz del sol. Enciendo el radio. No me gusta nada y lo apago. Prendo la reproducción aleatoria de mi iPod. Reviso mi teléfono. Aun no sé que voy a desayunar. No sé si me voy a preparar algo o voy a salir a la calle por mi desayuno. Hay muchas cosas que no se a estas alturas de mi vida, por el contrario, hay muchas otras de las que estoy seguro. Sigo siendo el mismo de hace cinco años y a la vez no. Debo suponer que ahora soy mejor persona. No me gusta despertar pensando, aunque hace mucho no lo hago. Todas las mañanas me despierto y miro el reloj para ver si estoy a buena hora o ya se me hizo tarde. Inmediatamente después me levanto y me meto a bañar. Salgo y me visto y voy a la cocina. Por lo general tomo un jugo de naranja. A veces solo como fruta o unos huevos con jamón. Regreso al baño a cepillarme los dientes, tomo mis cosas y me voy al trabajo. Creo que no es necesario mencionar lo demás, se lo pueden imaginar. Y así es de lunes a sábado. Antes me cuestionaba cosas que ahora no. ¿En qué momento deje de hacerlo? No lo sé.

Hoy iba a salir con Gabriela, pero ya no. Esta semana no pudimos vernos, estuvo lloviendo y mejor decidimos cada quien irse a su casa al salir del trabajo. Eso sí, estuvimos hablando por teléfono toda la tarde hasta la noche. Ella vino a darle más sentido a mi vida y así puedo escribir en mi línea del tiempo: antes de ella y después de ella.

¿Y si me quedo acostado todo el día? Solo me levanto para almorzar, comer e ir al baño. Por ratos escucho música, leo algo o veo televisión. Quizá hasta escriba algo, el chiste es estar encerrado la mayor parte del día. Tal vez le hable a alguno de mis amigos o vaya al cine solo. No sé si ir a correr o a jugar futbol. Puedo hacer tantas cosas, pero no al mismo tiempo. Siempre estamos tomando decisiones, algunas de ellas no se toman a la ligera.

No sé porque estoy pensando todo esto. Hoy se cumplen siete días sin ver a Gabriela. Ya desde el lunes le he dicho que la extraño. No sé cómo he aguantado tantos días sin verla. Bueno, si no existiera el teléfono ya estaría como loco o ya la hubiera visto entre semana. Es evidente que ella me hace falta. Estando solo me pongo a pensar cosas y la vida se me puede ir de esta manera. Estando con ella es diferente. Un día nublado es alegre. Un error es una lección. Una pena no se siente como tal si ella está conmigo. Un segundo es eterno. Y así, me puedo pasar el día contando cada una de las cosas que cambian en mi cuando estoy con Gabriela. ¡Qué fácil se me puede ir el día pensando o recordando! ¡Qué rápido se va el tiempo! ¡Qué sorpresas da la vida!

Aun no decido que voy a hacer el día de hoy. Creo que no quiero hacer nada. Siempre he sido muy soñador. Si no me equivoco, en el cajón de en medio tengo guardado mi reloj. Tengo los pies en las nubes constantemente. A veces haces esos ojos. Siempre he sido muy distraído. Esto es como el final de una película. Te voy a escribir. Escucha esta canción. Tu vida en 65 minutos. Lo leí en una revista. Me la recomendó un amigo. Paso por ti a las seis. ¿Cuál fue el último libro que leíste? Te ves muy bonita. Encontré a tu amiga, me dijo que estabas aquí. Volveré para decirte que te quiero. Tienes muchas fotografías. Desde el momento en que te vi. ¿Crees que llueva? Aquí estaré.


Bueno, las nueve ya van a dar y es hora de ir a almorzar.

sábado, 10 de mayo de 2014

Se trata de ti

Muchas cosas las pienso y no las puedo escribir. Ya tenía las palabras para empezar este texto, pero así como llegaron se fueron. Solo sé que no quiero escribir una historia o sobre un tema. Quiero escribir de mi sin metáforas, sin mascaras, sin indirectas. Y también quiero escribir de ti, mas de ti que de mí. Mas de tu sonrisa, de tu mirada, de tu voz. Mas de tu belleza, de tu luz, de tu fuerza. De lo bien que me haces sentir. De tus ojos, de tu boca, de lo que tocas en mi sin decirme nada.

Toda la semana me la he pasado viendo películas. Llego a casa y después de hacer un recorrido por todos los canales, voy a mi pequeña pila de DVD que no he visto. Ayer vi una de Woody Allen. Justo cuando terminé te marqué. No todos los días podemos vernos. A veces yo salgo más tarde, a veces tú. Eso sí, durante todo el día nos mandamos mensajes. Tenemos todo un sistema para comunicarnos, a veces muy simple, a veces muy complejo, a veces ni caso le hacemos.

Recuerdo cuando te conocí, nuestra primera cita, cuando me presentaste a tus padres, cuando llegue tarde por ti y te enojaste, casi me matas por más que trataba de explicarte que había mucho tráfico. Recuerdo también cuando te presenté a mis padres. A veces llegan los recuerdos de forma inesperada. Unos vienen, otros van, como si ya supieran cuando presentarse.

No hemos podido vernos porque estas ayudando a María. Se va a casar en un par de meses y es una cosa de locos ir, venir, solicitar, reservar y no  sé qué tantas cosas más. Apenas habías llegado a tu casa cuando te marqué, estabas cansada y solo pensabas en acostarte a dormir. Aun así te robé una hora de tu tiempo que con gusto compartiste. Y es que he estado escribiendo, pero mi personaje femenino eres tú, pero con otro nombre. Eres tú, siempre tu, dice una canción. Aunque no creo que solo una canción tenga esa frase, pero ese no es el punto. La cuestión está en que ya no se qué haría sin ti. Y lo digo en serio.

Ahora me doy cuenta, justo en este momento. Y me quedo sin palabras. Me levanto, tomo agua, regreso, pero no se qué escribir. Reviso mi celular, me llevo las manos a la cabeza, pongo otra canción buscando un poco de inspiración. Pero no tengo más palabras que buscar. Ya lo he dicho y no hay otra forma de decirlo. Esto es escribir de mi sin metáforas, sin mascaras, sin indirectas. Escribir de ti y de mí. Más de ti que de mí.

jueves, 10 de abril de 2014

Mi inspiración

Me gusta la nueva canción de Coldplay: magic. Me gusta verte sonreír. Me gusta escribir mientras me miras. Luego, cuando no estás junto a mí y escucho esa canción parece que estas aquí. Hay tantas cosas que quiero contarte. Pero entre tu mirada y tu sonrisa todo se me olvida. Es por eso que he decidido escribirte mis pensamientos todos desordenados y – lo vuelvo a repetir – aunque tú no estás, parece que estas aquí, frente a mí. Vives en mi corazón (y no pagas renta), en mi mente y en cada parte de mi cuerpo, como dice una canción pop que seguramente conoces, pero no me hagas decir quien canta, que quede entre los dos el nombre de la cantante.

Sabes que me aterra el futuro y que soy presa del pasado. Conoces perfectamente lo que voy a decir, la manera en que voy a reaccionar y lo fácil que me puedes manipular. Sabes que siempre pienso más de lo que actúo y aun así me dices que soy impredecible cuando estoy seguro que sabes lo que voy a hacer. Sabes que me gusta darle vueltas al asunto antes de llegar al punto. Por eso me gusta escribirte porque de la nada saco un mundo.

A veces se nos escapan trivialidades en la vida cotidiana. Todo el día platicando y aun así no terminamos el tema, me parece increíble. En otras ocasiones nos decimos poco, los silencios también son necesarios. Es otra forma de comunicarme contigo que también me agrada. En el silencio se reflejan más nuestras actitudes y sentimientos. Esas tristezas, alegrías y preocupaciones que a veces nos ocupan, sobre todo las primeras y las últimas, más de lo que deberían.

Porque no todo es miel sobre hojuelas, también tenemos nuestro lado oscuro. Esos momentos inoportunos. Esos pequeños miedos. Esas discusiones. Esa inconformidad. Ese creer que todo se va a terminar. Y ese otro demonio llamado rutina. A diario luchamos contra el. La mayoría de las veces le ganamos la batalla, pero también hay días que tenemos algún revés.

Pero siempre hay algo más fuerte. Algo que nos ayuda a salir adelante. Llámalo amor, llámalo energía, llámalo magia, llámalo destino, llámalo como quieras llamarle. A veces le llamo: tu mirada. Porque me deja sin palabras o me hace ser muy elocuente. Porque me llega al alma. Porque me dice todo sin decirme nada.

Es aquí donde vuelvo al principio. El amor es como un ciclo y en nuestro caso quiero que sea un ciclo sin fin. Nuestra gran historia que escribimos a diario para que en un futuro sea contada por nuestros descendientes, parientes, vecinos, amigos, propios y extraños. Aunque lo mejor será conservarla en el anonimato. Lejos de los reflectores de la popularidad. Aquí no hay espacio para nadie más, solo estamos tu y yo. Los demás puedes ser espectadores, simples especuladores de lo que pasa entre nosotros.

Me gusta la nueva canción de Coldplay: magic. Me gusta verte sonreír. Me gusta escribir mientras me miras. Me gusta que estés aquí.

lunes, 10 de marzo de 2014

Desconectado

No tengo facebook ni twitter. Tampoco tengo instagram, linkedin ni myspace. Como en su momento no tuve hi5, metroflog ni blog. A regañadientes tengo correo electrónico y lo saqué porque lo necesitaba para la escuela. Ahora lo ocupo poco, es mi única conexión con el mundo virtual. No soy paranoico y no pienso que el gobierno revisa mi información. De cualquier manera no tengo nada que esconder. Tampoco soy un criminal y no creo que el gobierno se interese en mí de alguna forma. Entonces, ¿por qué no tengo redes sociales? Simple y sencillamente porque quitan tiempo. Prefiero ver televisión, escribir, leer, salir a jugar, buscar a Ruth. Esto no quiere decir que no enciendo una computadora, al contrario, la mayor parte del tiempo trabajo con una. Eso sí, veo videos en youtube, leo algunas noticias y visito muchas páginas. Internet es muy útil.

Recuerdo cuando mis amigos empezaron a tener hi5. Recuerdo que pensé que eso era superficial y en cierta forma lo sigo pensando. Bueno, ahora lo pienso de facebook. Muchos me han tratado de convencer que por lo menos tenga whatsapp, incluso Ruth. Una vez me cuestionó seriamente él porque me “alejo” de esa manera. Cuando le expuse mi punto de vista quedó conforme. No crean que me la paso encerrado en mi habitación y que cuando salgo voy de mi casa al trabajo y ya. Que como no tengo redes sociales, estoy aislado de todo y de todos. No, mi vida no es así. Todas las tardes o la mayoría de las tardes salgo con Ruth. Dos o tres veces por semana veo a mis amigos. Los domingos voy a jugar futbol. Hablo con mis padres o los voy a visitar y así con el resto de mi familia. Cuando quiero comunicarme con alguien le hablo a su celular o a su casa. Si solo es cosa de dar un recado o hacer una confirmación de algo mando mensaje de texto.

¿Cómo puedo vivir así? Me preguntan aun de vez en cuando. Preferiría que me hicieran esa pregunta si no tengo celular. De esa manera no se puede vivir. Pero sin redes sociales sí. Confieso que al principio era difícil porque mis amigos (incluso Ruth) hablaban de postear, que tal amiga subió una foto, que tal amigo se va a casar, que si supieron de la titulación de fulanito, que si esto, que si el otro y no entendía de que estaban hablando. Ahora ya estoy más familiarizado con el lenguaje. Ruth me ha enseñado a usar varias cosas y me ha mostrado las fotos en donde aparezco. Aun así no me da por abrir mi cuenta. Quizá en twitter si, quizá alguien día sucumba ante el encanto de la tecnología. De momento sigo prefiriendo la comunicación interpersonal. Las cosas importantes se dicen en persona o por teléfono. Quizá estoy mal, no lo sé. Tal vez debería preguntarle a un psicólogo y probablemente me pregunte como me siento al respecto y le responderé que bien. Entonces me dirá que no hay problema alguno. Espero, je.

A veces pienso que hay un destino. Que hagamos lo que hagamos no vamos a cambiar las cosas. No sé si en el futuro por fin tenga una “vida” virtual, pero me pregunto a donde nos llevara todo esto. Imagino que en algún momento, por ley, tenemos que estar registrados en al menos una red social. No sé que mas inventos habrá, no todos serán malos, pero siento que nos estamos apartando el uno del otro. Como en Wall-e. Espero que solo sea mi imaginación y que el futuro sea prometedor para todos. Como el final feliz de alguna película de Disney.

lunes, 10 de febrero de 2014

Cuando el futuro se vuelve presente

Hay muchas cosas que quiero escribir. La verdad es que no sé por dónde empezar. O empiezo y después ya no sé como continuar. Así tengo tres historias, una de amor, una de policías y otra del olvido. El día de ayer encontré a un viejo amigo que hace mucho no veía. Estuvimos platicando cerca de dos horas. Me contó que sigue con Rosa, pero aun no tienen planes de casarse. “Así estamos bien. Ella quiere hacer cosas, yo también. Y ya no hemos hablado mucho del tema. Vivimos el día a día. Lo más que hemos planeado es que al cumplir los treinta vamos a vivir juntos. ¿Casados? No lo sé, no queremos pensar en eso aun. Si por nosotros fuera viviríamos en unión libre, pero mi mamá y la familia de ella (su mamá, hermanas, tías, primas) quieren que haya boda. Creo que Rosa también lo quiere, pero no al grado de como lo quiere su familia. Es decir, quiere una fiesta sin tanta parafernalia. En eso coincido con ella. Mi idea de vivir en unión libre es que solo vamos a hacer una comida con ambas familias y amigos. No es que sea codo y no quiera gastar solo que en estos tiempos las cosas cambian. Bueno, si Rosa tuviera esa ilusión de casarse por la iglesia por supuesto que lo haría, pero no la tiene. Esos miles de pesos que gastaríamos en la fiesta, bien los podemos ocupar en algo más. Comprar una casa, muebles o simplemente para los gastos diarios”.

Perdimos la noción del tiempo. Me tomé dos cafés americanos y él seguía con el capuccino “De lo que hemos hablado mas es de tener hijos. Tenemos muchos pros y contras. Más cosas en contra que a favor. La verdad no estoy preparado para ser papá, pero si me gustaría tener hijos. Al menos uno, niño o niña. Lo que Dios nos quiera mandar, je. No sé si la humanidad ha evolucionado o no. Lo digo porque tener hijos es una gran responsabilidad y muchos de mis amigos y conocidos están en las mismas, piensan si tener hijos o no. Y los que tienen ya no quieren tener más. Aunque confiesan que sí, que tendrían más, pero la vida cada vez está más cara. A eso me refiero. Me cuentan que la vida te cambia y ya no ves las cosas como antes y trato de imaginar esa parte de mi vida. La parte que más me preocupa es la seguridad. Cuando mi hijo vaya a la escuela que esté bien al ir y regresar, que no le pase nada. Tal vez no debería estar pensando en esto, pero ya sabes que siempre me voy mucho a futuro. Por eso no hemos planeado tanto lo que vamos a hacer. Aun así, si quiero ser papá”.

Pedí una rebanada de pastel de manzana para acompañar mi tercera taza de café. Mi amigo pidió un pastel de chocolate. “Rosa también tiene ideas similares, pero ella si quiere tener un hijo, después de terminar la maestría. No me lo ha dicho con esta claridad con la que te lo cuento. Después de dos años juntos ya he aprendido a interpretar muchas indirectas y cosas que me dice sin decir. Además de muchas otras cosas”. Fue entonces cuando me tocó hablar a mí. Le conté de mi familia, a quienes había visto, de mis proyectos personales y que últimamente tengo problemas con Carla. De esto último me dio su opinión.

Como último tema platicamos de la rutina. Recordamos los días en la universidad y coincidimos que temas que no nos preocupaban entonces ahora los vemos de otra manera. Finalmente Arturo vio su reloj y dijo que ya era tarde. Tenía que pasar a la farmacia a comprar unas cosas y marcarle a Rosa. Quedó de marcarme para ir por unas cervezas la próxima vez.

lunes, 20 de enero de 2014

¿Qué hay en este blog?


- Voy a quemar lo que escribí.
- No lo quemes porque cuando escribes mueves algo.

Dialogo con Claudia Imari en diciembre de 2004




No crean todo lo que dice este blog. No es autobiográfico. Aquí muestro las cosas que escribo, porque sépase que en algún momento quise ser escritor. Y lo que hacía era escribir en hojas que fui acumulando. Escribía poco, escribía mucho y hasta ahí. Un día decidí enviar lo que escribo a mis amigos por e-mail. Recibí buenos comentarios y durante largo tiempo ellos eran los únicos que me leían.

En noviembre de 2008, Paul Auster vino a Oaxaca y una chava escribió en su blog acerca de la visita. Para decirle que yo también había estado ahí y que Auster es de mis escritores favoritos, tuve que abrir una cuenta. Así conocí otros blogs y me percaté que muchos lo usaban para escribir las cosas que les sucedían. Era interesante ir de blog en blog leyendo distintos puntos de vista y distintas vidas. Fue entonces que me di cuenta que aquí podía publicar mis textos para que más personas me leyeran. De esta manera dejé de enviar correos electrónicos y en septiembre de 2009 publiqué por primera vez.

¿Qué es exactamente lo que escribo? Simple y sencillamente historias que me vienen a la mente. Pensamientos, cosas que suceden a mí alrededor. Lo que sale de mi imaginación. Y muy de vez en cuando cosas y/o situaciones personales. Pero como dijo Mario Vargas Llosa: un escritor es lo contrario a un striptease.

Confieso que la sección hasta atrás de la revista día siete fue la que me inspiró para empezar a escribir. Pero no me pidan que diga porque escribo porque ni yo lo sé. Quizá porque soy alguien que piensa mucho y para escribir es necesario pensar. Aunque a veces no. Puedo escribir y escribir y escribir sin pensar demasiado lo que estoy escribiendo. Al final, corrijo unas cuantas cosas y ya queda listo.

Dada esta explicación que no se por qué no fue lo primero que publiqué y entré de lleno con mis textos, pero bueno. Espero les guste lo que encuentren aquí. ¡Oh sí, se me olvida! Mi nombre es José Manuel. Tengo 28 años. Soy licenciado en Administración. Me gusta la música, el cine, la literatura y el futbol. En algún momento de mi vida quise estudiar filosofía y letras. También quise jugar en la selección mexicana de futbol y ganar un mundial. Ahora no quiero oro ni quiero plata, lo único que quiero es romper la piñata, ja. Pero ya les dije, no crean todo lo que está escrito en este blog. Nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira.


viernes, 10 de enero de 2014

Del pasado

Durante mucho tiempo el odio me motivó a escribir. Durante mucho tiempo no hice más que esconderme. Ahora me doy cuenta, aunque a decir verdad, ahora lo acepto. No sé si es demasiado tarde o estoy a tiempo. Yo no sé si debo pensar en esto. Las dudas son lo único que me invaden al recordar el pasado. Aun así, hay cosas que quiero recuperar. La escuela y los amigos son un claro ejemplo. Ahora nadie tiene tiempo y todo mundo tiene cosas que hacer, eso me caga. ¿Dónde quedaron mis ganas de cambiar el mundo? ¿Dónde quedo mi iniciativa, mi imaginación, mi motivación, mi creatividad? Solo me siento preso del tiempo y la rutina e incapaz de hacer algo por salirme de ella. ¿O esto es madurar?

Pronto cumpliré un año más y siento que no estoy haciendo nada de mi vida. Sí, tengo trabajo, un hogar, amigos, familia, pero algo me falta. Desde que terminé con Cecilia las ilusiones desaparecieron. La verdad es que no me he podido reponer. Una parte de mi se quedó con ella o desapareció y no he vuelto a ser el mismo. No me involucro sentimentalmente desde entonces. Me da miedo, si. No sé si esto suena ridículo o no, pero es la verdad. Eso sí, me da pena decirlo. Seguramente al principio de mi ruptura con Cecilia eso era muy evidente. Con el tiempo mi barrera se fue desarrollando de tal manera que nadie se da cuenta ahora. Al menos eso creo. A veces uno cree cosas que no son.

Me sé su número telefónico de memoria y aunque ya no le he marcado, a veces lo pienso. Es que no puedo olvidarla. Es que no puedo hacer como si no pasó nada. Es que me cuesta trabajo. Es que… me siento… seco. Es que no sé cómo decirlo. Me siento sin sentimientos. Como si las risas y las lágrimas se atoraron en una parte de mi cuerpo y no puedo sacarlas. Tal vez necesito tener de frente a Cecilia. Tal vez necesito verla con otro. Saber que es feliz. Y aceptarlo. ¡Maldita sea!

Durante mucho tiempo el odio me motivó a escribir. Luego llegó Cecilia a mi vida y ya no tuve tiempo para nada.