lunes, 10 de septiembre de 2012

El extraño del apartamento 3G.

Se la pasa escribiendo en la computadora la mayor parte del día. Solo se levanta para llenar su vaso de agua, buscar comida en el refrigerador e ir al baño. No está tratando de escribir una novela, cuento, guion, carta, oficio o un documento personal. Solo trata de escribir bien. Tiene una foto de Eréndira frente a él.
 
Nadie sabe de su pasado. Su nombre es Carlos. Tiene veintiséis años. Nadie sabe si estudió, si tiene padres o algún familiar, si tiene credencial de elector, novia y que hace aquí. Paga la renta en efectivo. Habla poco con los vecinos y casi nunca sale a la calle. Nadie ha escuchado su voz salvo la señora María, la casera. “Busco un cuarto para rentar por un tiempo aproximado de ocho meses”.  La casera le mostro una habitación, le explicó las reglas del lugar y le indicó la cantidad a pagar por mes. Carlos sacó dinero de su billetera y se lo dio agradeciéndole. Desde entonces cada cinco de mes desliza por la puerta de doña María un sobre con la renta correspondiente. En el sobre escribe: “Carlos, tercer piso, apartamento 3G.”
 
En toda su estancia ha salido seis veces. Su habitación esta impecable siempre, salvo su escritorio, que tiene hojas hechas bolita, basura de frituras, discos y libros desordenados. Al principio todos en el edificio se preguntaban quién es, a que se dedica, de donde viene, porque nunca sale, porque no tiene contacto con el mundo exterior, si es un matón, si está huyendo de la justicia, si es agente encubierto, terrorista, narcotraficante, psicópata, pero la teoría que más le convenció a todos era que no iba a atacar o matar a alguien. Una persona que oculta algo, no deja que ese algo se refleje en el. En el caso de Carlos, no. Con el paso del tiempo todos dejaron de cuestionarse quien es al grado de olvidar que ocupa el apartamento G en el tercer piso.
 
Carlos le va a las águilas del América, casi no prende la televisión ni el aire acondicionado. No lee el periódico y nadie lo va a buscar. Tampoco recibe correspondencia. Nadie lo ha visto fumar ni beber. No escucha música a todo volumen, no tiene mascota, no compra el periódico y viste colores oscuros.
 
Todos los días a las seis de la mañana se despierta, enciende la computadora y empieza a escribir. Se prepara algo del refrigerador a las nueve en punto. A las diez regresa a la computadora de nuevo. A las dos la apaga y toma una siesta. Tres y media despierta a comer. A partir de entonces no escribe. Lee artículos, ve videos, documentales y busca información de todo tipo. A las ocho de la noche por última vez revisa lo que escribió y como todos los días, termina borrando todo porque nada le gusta. A las nueve hace un poco de ejercicio y se mete a bañar. A las diez y media esta apagando todas las luces.
 
Si esto fuera una película algo rompería el unísono. Un niño o niña que toque a su puerta, una mujer en busca de ayuda, la violencia intrafamiliar de su vecinos, que se yo. Pero como esto no es una película, prácticamente no pasa nada. Ninguna mujer bonita toca a su puerta, la policía no lo busca y el edificio no se encuentra en peligro.
 
Doscientos dos días después, Carlos por fin escribe con una rapidez admirable. En este lapso rompió su rutina, se desveló, dejó de leer, ver videos, hacer ejercicio, tomar siesta y perder el tiempo. Terminó de escribir y corrigió algunos detalles de ortografía, justificó su texto y respaldó el documento. Dos días antes de cumplir los ocho meses, Carlos había terminado. Rápidamente se dio una ducha y empezó a empacar sus cosas. Hizo un par de llamadas y como estaba muy cansado, durmió.
 
El último día Carlos se despertó y se hizo un desayuno ligero. Fue a cepillarse los dientes y tomo sus cosas. Toco la puerta de doña Mari y se despidió de ella, le dio las gracias y le entregó sus llaves. Por primera vez se veía feliz.
 
Un año después Carlos presenta su libro: el extraño del apartamento 3G. En conferencia de prensa Carlos dijo que se exilió de su familia, amigos y conocidos para escribir una novela. Rentó un departamento por ocho meses, pero fue en el último mes cuando consiguió escribir toda su novela. Cuando por fin terminó le habló a un amigo editor y quedaron de verse en cinco días. Al principio fue difícil pues tenía que esperar un tiempo indefinido para que alguien leyera su libro. Pasado ese tiempo (cuatro meses) las cosas fueron más fáciles.
 
El extraño del apartamento 3G es la historia de Luis que está obsesionado con los números, la psicología y las teorías de conspiración. Tiene una vida normal, trabaja en un despacho contable, tiene una novia muy bonita y es amable con todo mundo. Sin embargo, cada vez se adentra más en los temas que le llaman la atención, lo cual lo lleva a tener problemas con su novia para después terminar con ella y encerrarse en su departamento. Renuncia a su trabajo y empieza a escribir en un cuaderno, sentarse en los parques y espiar a las personas.
 
Un día, llega un nuevo inquilino al edificio y Luis piensa que es alguien muy sospechoso pues no habla con nadie y casi no sale de su apartamento. Entonces Luis empieza a investigar sobre el extraño llamado Gerardo. Trata de espiarlo por la ventana y la cerradura de la puerta. Cuando Gerardo sale de su habitación, Luis entra y revisa todo lo que puede. Regresa a su departamento y empieza a escribir:
 
“Se la pasa escribiendo en la computadora la mayor parte del día. Solo se levanta para llenar su vaso de agua, buscar comida en el refrigerador e ir al baño. No está tratando de escribir una novela, cuento, guion, carta, oficio o un documento personal. Solo trata de escribir bien. Tiene una foto de Eréndira frente a él.”