martes, 10 de noviembre de 2020

Suponiendo

Supongo que tengo que hablarte de amor,

supongo que es lo mejor,

supongo que debo ser sutil,

supongo que al final pensaré que todo esto es pueril.

Supongo que debo mostrar mis sentimientos,

supongo que ha llegado el momento de hablarte de frente,

sin rodeos.

Supongo que he de pedirle al universo suerte,

la suerte de coincidir,

la suerte de poder escribir.

Supongo que he de pedirle a Dios bendiciones,

la bendición de poder despertar a tu lado,

la bendición de tener un amor sin condiciones,

Supongo que en algún momento las rimas no estarán presentes.

Los sentimientos son los que conducirán las palabras y no habrá de otra que ser claro y directo. No habrá de otra mas que hablar de amor sin rodeos, de esos que tanto me gustan porque de una palabra sale otra y puedo ir a Marte, a la Luna y regresar de nuevo. Porque si te hablo de amor me haré vulnerable. Supongo que seré sensible. Supongo que tal vez la respuesta no es la que espero. O bien, es la que he esperado todo este tiempo. Supongo que supongo demasiado. Supongo que no me alcanzan las palabras. Supongo que lo que aquí no quede lo dirán las miradas, los gestos, los detalles…


sábado, 10 de octubre de 2020

Espera

No hago más que mirar el sol en la pared. Generalmente viajo con María, pero ella se regresó antes porque mi suegra se puso un poco mal. Afortunadamente ya está bien. Mañana veré a María. Aun no se si quedarme con ella o ir solo a Puerto Vallarta. Es extraño estar solo, viajar solo. Desde hace años vamos juntos a todos lados y en especial este viaje. Tal vez es la época del año por eso me siento así. Lo mejor será que me quede con ella. No tengo ni porque pensar en esa decisión. El vuelo esta retrasado. Los aeropuertos son un caos. Viajar solo se presta para compartir algunas palabras con personas desconocidas. Supongo que la gente al verme escribiendo en una libreta no quiere interrumpirme. Mas bien nadie se ha sentado cerca de mí. Seguramente en el vuelo platicaré con alguien. Cuando viajo solo siempre platico con alguien. En una ocasión platique con una señora, mas bien ella me empezó a contar su vida. Yo nada mas la escuché. Creo que era todo lo que necesitaba. Viajar se presta para hacer amigos. He hecho unos cuantos de esta manera. Cuando María y yo fuimos a Durango conocimos a un matrimonio en nuestro recorrido. Hasta la fecha seguimos en contacto.

El otro día me sentí viejo. Es un poco extraño esto de la edad. Hay un momento en que eres joven. Hay otro en el que no eres tan joven, pero te sientes así.  Llega otro punto en el que no eres joven y tu único consuelo es decir que tu alma es joven, la piel es la que se arruga. Y luego llega otro momento, el que me llego a mi hace unos días, en el que ya me sentí viejo. Afortunadamente he hecho cosas buenas y desde que estoy con María he mejorado como persona. Quisiera decir que dejo un mejor mundo que como lo encontré, pero solo aporté un granito de arena en este inmenso desierto.

Ayer hablé con María Guadalupe, el otro amor de mi vida. La veré hasta navidad. Como si el tiempo no pasara lo suficientemente rápido. No hay tiempo para más. Tengo que abordar el avión.

 

jueves, 10 de septiembre de 2020

De solo pensar en lo que sigue

 

Parece 2006. Bien puede ser una época de mi infancia que no recuerdo del todo, allá por 1994. Cuando escribo no se en que año estoy, ni en qué día, ni qué hora es. Últimamente me pasa mucho. Empiezo a escribir y me sigo con una facilidad que nunca había tenido. Hay muchas historias en mi mente. Escribo cada una de ellas. En la radio suena una canción. Una canción que solía escuchar cuando iba en la secundaria. He estado pensando en mi autobiografía. Debo escribirla. Es hora de que el mundo conozca cosas de mí que solo mi familia y amigos saben. En realidad, no hay mucho que decir. No voy a adornar nada. Las cosas como son. No puedo creer que Isabel se va a vivir a Italia. Ahora si me siento viejo. Nunca quise ser pesimista en mis letras. Soy buen pesimista. Hubiera tenido más lectores de haber seguido esa línea. En cambio, preferí que me compararan con Paulo Coelho. Preferí la felicidad a mi manera. Una casa, una esposa, tres hijos. Un escritorio pequeño y uno grande. Un sillón para leer. Salir a correr en las mañanas. Sentarme en el parque de vez en cuando. Aislarme del mundo un fin de semana si, tres no. Y escribir. Escribir hasta que anochezca.

Escucho música. Me gusta mucho. Manejar y escuchar música es una gran combinación. Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños fuimos de vacaciones a Ensenada. Se me ocurrió rentar un auto y dar algunos paseos en coche. La mejor vista la obtuvimos del mirador Rosario a Ensenada. Íbamos escuchando Sharon Van Etten. En un momento dado lo único que quería era ver el paisaje. Dejar de manejar y que le salieran alas al coche. No puedo creer que ya pasaron varios años. Ya estoy más para acá que para allá, como decían hace mucho tiempo. Pronto llegará el otoño. María y yo regresaremos a México el próximo mes. Queremos pasar noviembre en casa.

lunes, 10 de agosto de 2020

No es pecado

Cuando trabajaba en una oficina de nueve de la mañana a dos de la tarde y de cuatro a siete de la tarde y los sábados de nueve a dos de la tarde, no tenía tiempo para mí. Ahora que ya no trabajo en una oficina y estoy la mayor parte del tiempo en casa escribiendo, tengo tiempo para mi y suelo llorar de vez en cuando. A mí no me hace efecto esa frase de que los hombres no lloran. Lloro al leer un libro, lloro al ver una película, lloro por varias cosas.

Dicen que llorar es bueno. Se desahoga uno. También lloro al escuchar una canción. Eso sí, lloro solo. Pocas veces me ven llorar en público. Ante los demás soy alguien frio y calculador que no tiene sentimientos. Si alguno de mis amores que tuve me hubieran visto llorar seguro se reirían de mí.  Antes si lloraba sin importar quien estaba a mi lado. No me importaba nada. Hasta que conocí a Raquel. Ella me gustaba mucho que cuando éramos amigos contó que su novio lloró en la puerta de su casa y ella se rio por dentro de lo ridículo que le parecía que su novio estuviera llorando. Desde entonces no lloro cuando alguien esta presente porque si un día iba a andar con Raquel no quería que me viera llorar. Y lo logré. Andar con Raquel porque lo de llorar lo sigo haciendo, aunque puedo controlarme para que ninguna lagrima se me salga en presencia de alguien.


viernes, 10 de julio de 2020

Recuerdos de otra época


Eran otros tiempos. Por las tardes me iba a jugar futbol. Si me daba flojera me quedaba en casa a ver una película o leer un libro. Eran vacaciones de verano. María y yo éramos novios, estaba en la universidad sin ninguna responsabilidad mas que no reprobar. La vida era perfecta. ¿Qué más podía pedir? Por motivos que no voy a revelar, María y yo no nos podíamos ver todos los días. No me molestaba porque así podía hacer otras cosas sin tener que dar explicaciones. Era obvio que quería verla todos los días, pero esta situación hacía que los días que si podíamos vernos fueran muy esperados.

No pensaba en el futuro. Tampoco tenia que hacerlo. Vivía el momento y la verdad es que ni cuenta me daba. Las ventajas de la juventud. Hoy estoy en el mismo lugar donde pasé ese verano por eso esa etapa de mi vida ha venido a mi memoria. No quiero escribir. Lo único que quiero es recordar. Soy el mismo de entonces. Mas sabio nada más. Tengo ganas de escuchar música. Sentarme en el sillón y mirar por la ventana. Es todo lo que quiero hacer. Recordar mi infancia y juventud.


miércoles, 10 de junio de 2020

Algo más poético que un título


Frío. Nublado. Una carretera. Una cabaña. Nada en común. Palabras al azar. 2006. Unas gotas de lluvia se ven sobre el pavimento. Una película de los hermanos Cohen. La banda sonora. Unos libros desordenados. Nada tiene sentido. Un cuadro. La felicidad. Risas. Una libreta a medio escribir. Regreso a los inicios. Un futuro mejor.

2047. Un aeropuerto abandonado. Tranquilo. Las apariencias pueden ser engañosas. No es un futuro distópico, solo es un aeropuerto abandonado. No sabemos de qué país. No sabemos cuánto tiempo ha estado así ni por qué. Solo vemos un aeropuerto abandonado. Esto no quiere decir que algo esté mal.

De regreso al presente. Todo parece normal. Solo que tienes que mirar de otra forma, con otros pensamientos. Hay algo ahí que no te deja ser feliz. Hay algo ahí que tienes que cambiar. Tranquilo. Tranquila. Todo irá bien.

Las clases se acabaron desde la semana pasada. Ya ni siquiera tenemos exámenes y la mayoría de los profesores ya entregó calificaciones. El calendario marca fin de cursos el próximo viernes. Seguimos viniendo a la escuela porque no tenemos nada que hacer en casa. Seguiremos viniendo la otra semana porque la escuela aun seguirá abierta. La semana pasada ya no vi a Rosario, no me consta que ese sea su nombre, mi fuente no es del todo confiable. Siempre que pasa estoy en clase. Ahora que estoy libre no la veo pasar.

1947. Un señor encuentra una moneda en el campo. La recoge. Hace calor. Lo bueno es que lleva sombrero. En la casa hay una mesa de madera y un periódico del día de ayer.

Ya no sé qué año es. Ni que día. Ni qué hora. Ya perdí la noción del tiempo. Tengo un reloj de pulsera en algún lugar. Debo salir a caminar. Una semana. Después trotar. Una semana. Empezar a correr. Una semana. Un kilómetro. Una semana. Dos kilómetros. Una semana. Tal vez debo de comprar una de estas…

Cosas modernas que miden el tiempo la distancia y no sé qué otras cosas. Llueve. Hace frio. Voy a llegar tarde. ¿te gusta el café con dos de azúcar? Ella. Una agenda en mi buró. Hace mucho que no escucho esa palabra. ¿Listo? Llevé el coche al servicio. Mañana juega la selección. ¿Viste las noticias? Te apuesto a que gana. Esa música la conozco.

viernes, 10 de enero de 2020

Caja 5


Fuimos a comprar comida chatarra a la tienda y la metimos al cine. La guardamos en tu bolsa porque me dijiste que a ti no te revisarían y así fue. La dulcería del cine es cara y en ese entonces éramos unos estudiantes que a penas y teníamos para algo más que no fuera el pasaje, las copias que había que sacar, el internet, porque entonces pagábamos 10 pesos por una hora de internet. Nada de esto hubiera sido posible recordar si no fuera porque estuve contemplando los artículos que están cerca de la caja ya que no podían pagar un artículo por falta de código. Entonces, al ver una bolsa grande de frituras, me acordé de ti. Hace mucho que no te veo, no sé qué fue de ti. ¿Te habrás casado? Siempre me dijiste que nunca te ibas a casar. Me gustaría dejar un mensaje para ti, por si lo ves. O tal vez debo buscarte en internet.

O tal vez tú me encuentres a mí. Mi primer libro está por publicarse y habrá publicidad en varias partes. No tanta como la de una película ni como la de un autor consagrado, pero si lo suficiente como para que me reconozcan. ¿Estarás en el país? ¿Deberíamos vernos? Platicar no tiene nada de malo. Platicar por nostalgia. ¿Más recuerdos saldrán a flote si te tengo frente a mí? Quizá no. Quizá sí.

Uso el transporte público porque mi coche está en el servicio. Me gusta usarlo porque no tengo que ir concentrado viendo adelante y solo observar alrededor cuando el semáforo está en rojo. Ahora veo por la ventanilla, miro a las personas y puedo pensar libremente, incluso leer o escribir. Debería escribir una novela cuando voy en el bus. Ya un escritor lo hizo, no recuerdo quien. Lo leí en una ocasión. Aún falta para llegar a casa. Disfrutare lo que queda tomando fotos o escuchando música.